EL CONTENIDO DE LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS EN ESTE BLOG, Y lA LUCHA DEL PUEBLO POR ALCANZAR LA JUSTICIA Y LA DEMOCRACIA EN MÉXICO, SON EN HOMENAJE A ESTE HOMBRE PATRIÓTICO QUE LUCHÓ Y DIÓ SU VIDA POR LA PATRIA. !QUE VIVA PANCHO VILLA!
viernes, 1 de diciembre de 2006
La usurpación
Luis Javier Garrido
México vive momentos decisivos de su historia por la decisión de grupos ultraderechistas de imponer a Felipe Calderón en Los Pinos, apoderándose a las 12 de la noche, de facto y al margen del Congreso, de la residencia presidencial y tratando de doblegar a los legisladores con la fuerza armada.
1. La mayor crisis institucional en los últimos 75 años es consecuencia del uso faccioso de las instituciones del Estado por el gobierno panista de Vicente Fox, quien para satisfacer intereses privados y de grupo durante seis años sometió a las instancias del gobierno federal, a los tribunales, al IFE, a los medios masivos y las políticas estatales a oscuros intereses privados, simulando que había una "transición democrática", la que, ahora se sabe, ha fracasado por completo. Y que culminó su sexenio de depredación institucional y de traición a la soberanía nacional con el fraude electoral del 2 de julio y la militarización del Congreso de la Unión este 1º de diciembre, cuyo objetivo es imponer por la fuerza como presidente pelele a Calderón, quien perdió la elección presidencial, dando así un verdadero golpe de Estado.
2. La violencia del gobierno foxista contra el pueblo y sus libertades soberanas la ejerció desde 2004 al intentar por todos los medios ilegales e inconstitucionales que Andrés Manuel López Obrador llegara a Palacio Nacional, y ahora culmina con la tentativa de imponer a Calderón como gobernante espurio.
3. Un régimen representativo y democrático se sustenta en el principio de la división de poderes, e implica respeto absoluto del Ejecutivo al Poder Legislativo, y en este 1º de diciembre Fox lo ha pisoteado una vez más, ahora en connivencia con su espurio delfín, al burlarse de los legisladores y militarizar el Palacio Legislativo, sitiándolo con fuerzas policiaco-militares y haciendo entrar al salón de sesiones a contingentes militares del Estado Mayor Presidencial y a paramilitares y policías vestidos de civil, buscando amedrentar y doblegar a senadores y diputados en abierta violación a la autonomía del Congreso de la Unión, trastocando el orden constitucional.
4. La violenta represión del movimiento popular oaxaqueño llevada a cabo por las autoridades federales a través de la PFP y la PGR en cumplimiento de los acuerdos Fox-Calderón, y que ha entrañado decenas de muertos y desaparecidos, la detención de cientos de dirigentes y militantes de organizaciones populares y de sus familias, y el traslado en cuerdas de cientos de detenidos a penales de Nayarit y Tamaulipas, constituye la más salvaje represión desde el 68 y los años de la guerra sucia, y muestra bien cuál sería el estilo fascistoide de ejercer el poder del calderonismo. Tras los incidentes del sábado 25, en que grupos paramilitares del gobierno depredaron el centro de Oaxaca para justificar la represión y criminalizar a la APPO, que ha encabezado un movimiento pacífico y democrático, el mensaje de amenaza hacia los mexicanos fue muy claro.
5. La decisión de las bancadas del PRD y del PT de oponerse a la protesta de Calderón en San Lázaro y su respuesta para impedir que los panistas tomaran la tribuna el martes 28, no es como pretenden medios oficialistas un hecho "vergonzoso", sino un acto de dignidad republicana y de coraje civil, pues por vez primera en mucho tiempo los diputados que se asumen "de izquierda" están a la altura del reclamo popular, aunque a los medios oficialistas les moleste reconocer que millones de mexicanos están en contra de que un impostor como Calderón ocupe la silla presidencial de manera ilegítima, pues es evidente que este individuo perdió las elecciones y es una persona indigna por los múltiples delitos que se le señalan.
6. El pueblo mexicano tiene una larga historia de resistencia ante las imposiciones, desde que Félix Zuloaga trató de usurpar la presidencia en 1857 y Juárez defendió la legalidad republicana con las armas en la mano durante la Guerra de Reforma o Guerra de Tres Años, hasta Venustiano Carranza que por el Plan de Guadalupe se opuso a la usurpación de Victoriano Huerta en 1913, dando inicio a la Revolución Constitucionalista. Y quienes ahora critican a los millones que se oponen a la usurpación de Calderón y a la farsa que éste y Fox pretendieron montar en San Lázaro deberían congratularse de que la resistencia sea en el siglo XXI pacífica, civil y democrática, pero no por eso carente de intransigencia.
7. El desastre anunciado de un eventual gobierno calderonista lo garantiza el cúmulo de acciones irracionales cometidas por quien pretende tras el fraude instaurarse presidente de facto, pues además de su carácter espurio Calderón ha dado muestras de intransigencia fascistoide determinada por su insignificancia política y visión fanatizada de la realidad, pues sus acciones de fuerza, que cancelan todo canal de diálogo, lejos de ser, como pretende, un signo de autoridad lo son de su debilidad.
8. La sanguinaria represión del movimiento popular oaxaqueño no es imputable sólo a Fox, sino de manera primordial a Calderón, quien la alentó y decidió, y desde ahora tiene las manos sucias de sangre oaxaqueña, y no puede entenderse sino como una amenaza a quien pretenda oponerse a sus designios sobre la base de que no le importa violar las leyes de la República. El hermano del dirigente de la APPO Flavio Sosa fue detenido brutalmente por la PGR y enviado al penal de Tamaulipas porque el gobierno de Ulises Ruiz "se lo solicitó", es decir, porque un sátrapa priísta local, aliado del gobierno panista federal, le pidió que arrestara y vejara a un opositor político.
9. La irracionalidad de Calderón la evidencia la lista de sus colaboradores para usurpar el poder: ultraderechistas y corruptos que representan a los grupos que los impusieron: El Yunque, el salinismo Televisa, el foxismo y ex cristeros del cardenal Sandoval Iñiguez. Como el represor y torturador Francisco Ramírez Acuña, a quien busca colocar como titular de Gobernación, lo que mereció la condena del exterior. O Germán Martínez, quien pretende ocupe la Secretaría de la Función Pública, y que antes de asumirla dijo a La Jornada (29/11/06) que al "caso Bribiesca se le puso fin", realzando su encomienda de cuidar las espaldas a las familias Fox y Calderón por sus actos de corrupción. Y no se diga de Eduardo Medina Mora, empleado de Televisa, a quien pretende instalar en la PGR, o del aventurero gallego Juan Camilo Mouriño, hijo del prestanombres de Fox, Carlos Mouriño Atanes, nombrado jefe "de la Oficina de la Presidencia" y segundo personaje del régimen, quien, según El País (30/11/06), tiene una red de negocios vinculados a la industria petrolera, por lo que está rodeado de "acusaciones de tráfico de influencias y favores políticos".
10. El saldo de seis años de Fox es desastroso, no sólo porque fue un individuo ignorante, perverso y rapaz que agravó la miseria y depredó a la nación, sino porque hundió al país en una crisis institucional de la que muy difícilmente podrá salir adelante si no hay en un sector de la clase dirigente la vocación intransigente de anteponer a sus intereses los derechos de los mexicanos y de la nación, de escuchar los reclamos del pueblo, y esto supone sacar del poder al hampa panista que busca enquistarse en él.
México vive momentos decisivos de su historia por la decisión de grupos ultraderechistas de imponer a Felipe Calderón en Los Pinos, apoderándose a las 12 de la noche, de facto y al margen del Congreso, de la residencia presidencial y tratando de doblegar a los legisladores con la fuerza armada.
1. La mayor crisis institucional en los últimos 75 años es consecuencia del uso faccioso de las instituciones del Estado por el gobierno panista de Vicente Fox, quien para satisfacer intereses privados y de grupo durante seis años sometió a las instancias del gobierno federal, a los tribunales, al IFE, a los medios masivos y las políticas estatales a oscuros intereses privados, simulando que había una "transición democrática", la que, ahora se sabe, ha fracasado por completo. Y que culminó su sexenio de depredación institucional y de traición a la soberanía nacional con el fraude electoral del 2 de julio y la militarización del Congreso de la Unión este 1º de diciembre, cuyo objetivo es imponer por la fuerza como presidente pelele a Calderón, quien perdió la elección presidencial, dando así un verdadero golpe de Estado.
2. La violencia del gobierno foxista contra el pueblo y sus libertades soberanas la ejerció desde 2004 al intentar por todos los medios ilegales e inconstitucionales que Andrés Manuel López Obrador llegara a Palacio Nacional, y ahora culmina con la tentativa de imponer a Calderón como gobernante espurio.
3. Un régimen representativo y democrático se sustenta en el principio de la división de poderes, e implica respeto absoluto del Ejecutivo al Poder Legislativo, y en este 1º de diciembre Fox lo ha pisoteado una vez más, ahora en connivencia con su espurio delfín, al burlarse de los legisladores y militarizar el Palacio Legislativo, sitiándolo con fuerzas policiaco-militares y haciendo entrar al salón de sesiones a contingentes militares del Estado Mayor Presidencial y a paramilitares y policías vestidos de civil, buscando amedrentar y doblegar a senadores y diputados en abierta violación a la autonomía del Congreso de la Unión, trastocando el orden constitucional.
4. La violenta represión del movimiento popular oaxaqueño llevada a cabo por las autoridades federales a través de la PFP y la PGR en cumplimiento de los acuerdos Fox-Calderón, y que ha entrañado decenas de muertos y desaparecidos, la detención de cientos de dirigentes y militantes de organizaciones populares y de sus familias, y el traslado en cuerdas de cientos de detenidos a penales de Nayarit y Tamaulipas, constituye la más salvaje represión desde el 68 y los años de la guerra sucia, y muestra bien cuál sería el estilo fascistoide de ejercer el poder del calderonismo. Tras los incidentes del sábado 25, en que grupos paramilitares del gobierno depredaron el centro de Oaxaca para justificar la represión y criminalizar a la APPO, que ha encabezado un movimiento pacífico y democrático, el mensaje de amenaza hacia los mexicanos fue muy claro.
5. La decisión de las bancadas del PRD y del PT de oponerse a la protesta de Calderón en San Lázaro y su respuesta para impedir que los panistas tomaran la tribuna el martes 28, no es como pretenden medios oficialistas un hecho "vergonzoso", sino un acto de dignidad republicana y de coraje civil, pues por vez primera en mucho tiempo los diputados que se asumen "de izquierda" están a la altura del reclamo popular, aunque a los medios oficialistas les moleste reconocer que millones de mexicanos están en contra de que un impostor como Calderón ocupe la silla presidencial de manera ilegítima, pues es evidente que este individuo perdió las elecciones y es una persona indigna por los múltiples delitos que se le señalan.
6. El pueblo mexicano tiene una larga historia de resistencia ante las imposiciones, desde que Félix Zuloaga trató de usurpar la presidencia en 1857 y Juárez defendió la legalidad republicana con las armas en la mano durante la Guerra de Reforma o Guerra de Tres Años, hasta Venustiano Carranza que por el Plan de Guadalupe se opuso a la usurpación de Victoriano Huerta en 1913, dando inicio a la Revolución Constitucionalista. Y quienes ahora critican a los millones que se oponen a la usurpación de Calderón y a la farsa que éste y Fox pretendieron montar en San Lázaro deberían congratularse de que la resistencia sea en el siglo XXI pacífica, civil y democrática, pero no por eso carente de intransigencia.
7. El desastre anunciado de un eventual gobierno calderonista lo garantiza el cúmulo de acciones irracionales cometidas por quien pretende tras el fraude instaurarse presidente de facto, pues además de su carácter espurio Calderón ha dado muestras de intransigencia fascistoide determinada por su insignificancia política y visión fanatizada de la realidad, pues sus acciones de fuerza, que cancelan todo canal de diálogo, lejos de ser, como pretende, un signo de autoridad lo son de su debilidad.
8. La sanguinaria represión del movimiento popular oaxaqueño no es imputable sólo a Fox, sino de manera primordial a Calderón, quien la alentó y decidió, y desde ahora tiene las manos sucias de sangre oaxaqueña, y no puede entenderse sino como una amenaza a quien pretenda oponerse a sus designios sobre la base de que no le importa violar las leyes de la República. El hermano del dirigente de la APPO Flavio Sosa fue detenido brutalmente por la PGR y enviado al penal de Tamaulipas porque el gobierno de Ulises Ruiz "se lo solicitó", es decir, porque un sátrapa priísta local, aliado del gobierno panista federal, le pidió que arrestara y vejara a un opositor político.
9. La irracionalidad de Calderón la evidencia la lista de sus colaboradores para usurpar el poder: ultraderechistas y corruptos que representan a los grupos que los impusieron: El Yunque, el salinismo Televisa, el foxismo y ex cristeros del cardenal Sandoval Iñiguez. Como el represor y torturador Francisco Ramírez Acuña, a quien busca colocar como titular de Gobernación, lo que mereció la condena del exterior. O Germán Martínez, quien pretende ocupe la Secretaría de la Función Pública, y que antes de asumirla dijo a La Jornada (29/11/06) que al "caso Bribiesca se le puso fin", realzando su encomienda de cuidar las espaldas a las familias Fox y Calderón por sus actos de corrupción. Y no se diga de Eduardo Medina Mora, empleado de Televisa, a quien pretende instalar en la PGR, o del aventurero gallego Juan Camilo Mouriño, hijo del prestanombres de Fox, Carlos Mouriño Atanes, nombrado jefe "de la Oficina de la Presidencia" y segundo personaje del régimen, quien, según El País (30/11/06), tiene una red de negocios vinculados a la industria petrolera, por lo que está rodeado de "acusaciones de tráfico de influencias y favores políticos".
10. El saldo de seis años de Fox es desastroso, no sólo porque fue un individuo ignorante, perverso y rapaz que agravó la miseria y depredó a la nación, sino porque hundió al país en una crisis institucional de la que muy difícilmente podrá salir adelante si no hay en un sector de la clase dirigente la vocación intransigente de anteponer a sus intereses los derechos de los mexicanos y de la nación, de escuchar los reclamos del pueblo, y esto supone sacar del poder al hampa panista que busca enquistarse en él.
¿Gobierno con fecha de caducidad?
Jorge Camil
Si el nuevo Presidente tiene memoria histórica reconocerá el dramático encogimiento de la figura presidencial. Sabrá de los tiempos en que la toma de posesión era un evento nacional rodeado de misterio y sabor republicano: la especulación sobre el gabinete, y la revelación de los elegidos entre grandes titulares la mañana misma en que se inauguraba el nuevo gobierno; el viaje en automóvil descubierto por Paseo de la Reforma y el Centro Histórico, y el arribo entre vítores al Palacio Legislativo, precedido por un destacamento de caballería de cadetes del Colegio Militar; el mensaje alentador a la nación, y la solemne entrega de la banda presidencial entre aplausos delirantes de los señores legisladores. ¡La emoción de lo desconocido y la alegría de un nuevo amanecer! ¿Manifestaciones de república bananera?, quizá, pero algunas de esas mismas tradiciones subsisten hoy en Francia, que es una potencia mundial, y en el caso de México el pueblo las disfrutaba en un ambiente de seguridad y estabilidad política. (Hoy, en la fecha de publicación de este artículo, nadie sabe cómo tomará posesión Felipe Calderón, o si podrá hacerlo no obstante la militarización del Palacio Legislativo. ¿Eso es democracia?)
Hasta el desmoronamiento del PRI, provocado por los experimentos económicos de los tecnócratas neoliberales, había certidumbre. Nadie nos conducía a engaño. Sabíamos de dónde veníamos y adónde íbamos: había rumbo. Y además, durante un cuarto de siglo, reconocido por prestigiados economistas internacionales como el milagro mexicano, hubo crecimiento sostenido con promedios de 8 por ciento.
Era la época dorada en que vivíamos la mística de la Revolución Mexicana y los beneficios del desarrollo estabilizador, cuando un Estado corporativo velaba por los pobres y los trabajadores, y a cambio de aceptar el "estado de cosas" nos garantizaba crecimiento económico sostenido y estabilidad política: seguridad y bienestar. Una característica importante de esa época era que los gobiernos contribuían a la unidad nacional fomentando patriotismo y respeto a las instituciones; festejábamos las fiestas patrias y respetábamos a los héroes. Dicen que hoy, en cambio, tenemos el beneficio de una democracia moderna, y algunos analistas demasiado entusiastas comienzan a evaluar el sexenio de Vicente Fox a través del cristal distorsionado del presente: "sacó al PRI de Los Pinos", dicen, y concluyen que ese sólo hecho es suficiente para incluirlo en un lugar de honor en los anales de la historia patria.
Yo, como el refrán, digo que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y nosotros perdimos mucho a cambio de nada. Hoy, merced a Vicente Fox, repetimos otro conocido refrán: "más vale malo conocido que bueno por conocer". Cambiamos presidentes y secretarios de Estado con oficio político por gabinetazos decepcionantes y aspirantes a funcionarios con "muchas ganas" y poca experiencia.
Es posible que Felipe Calderón sea demasiado joven para recordar la época de oro del presidencialismo mexicano, o que su perspectiva histórica esté distorsionada por el panismo a ultranza que conoció en su infancia. Sin embargo, debe reconocer que el PAN no ganó la elección anterior: le prestó el registro a los Amigos de Fox para que ganaran una elección caracterizada por el rechazo al PRI y el carisma electoral de Vicente Fox.
Así que la Presidencia que hoy se inicia, habiendo arribado al poder bajo la estrategia del miedo, no podría ser considerada un mandato que confirma la vocación panista del electorado, ni mucho menos el incio de una "era panista" que sustituya al imperio del PRI o impida la llegada del PRD. Yo la veo más bien como una "gerencia" más de transición, en la que un grupo de jóvenes administradores intentarán resolver los principales problemas del país: seguridad, empleo, crecimiento económico y la relación con Estados Unidos. Pero el ejercicio del poder exige mucho más que la solución de problemas coyunturales. Demanda imaginación, experiencia, valor, conocimiento de la historia patria, experiencia internacional y, por encima de todo, objetividad; requiere ir más allá del renglón de las utilidades para gobernar con espíritu de compasión y solidaridad; reclama patriotismo y no partidismo.
Con los mártires de Tlatelolco murió la majestad presidencial y comenzamos el largo camino hacia nuestra interminable transición democrática. Una serie de gobernantes de transición (Salinas, Zedillo, Fox) pretendieron guardar lealtades a los partidos que los llevaron al poder mientras iniciaban una época de "gerentes" preocupados por el renglón de las utilidades. Hoy necesitamos líderes y no gerentes. Bajo esta perspectiva, todo apunta a que el gobierno de Calderón será de los segundos y no de los primeros. Peor aún, muchos apuestan a que su gobierno, agobiado por la profunda división en la que está hundido el país, y acosado por la presidencia paralela de Andrés Manuel López Obrador, podría convertirse en uno de esos gobiernos ecuatorianos a los que El País llama "gobiernos con fecha de caducidad".
Si el nuevo Presidente tiene memoria histórica reconocerá el dramático encogimiento de la figura presidencial. Sabrá de los tiempos en que la toma de posesión era un evento nacional rodeado de misterio y sabor republicano: la especulación sobre el gabinete, y la revelación de los elegidos entre grandes titulares la mañana misma en que se inauguraba el nuevo gobierno; el viaje en automóvil descubierto por Paseo de la Reforma y el Centro Histórico, y el arribo entre vítores al Palacio Legislativo, precedido por un destacamento de caballería de cadetes del Colegio Militar; el mensaje alentador a la nación, y la solemne entrega de la banda presidencial entre aplausos delirantes de los señores legisladores. ¡La emoción de lo desconocido y la alegría de un nuevo amanecer! ¿Manifestaciones de república bananera?, quizá, pero algunas de esas mismas tradiciones subsisten hoy en Francia, que es una potencia mundial, y en el caso de México el pueblo las disfrutaba en un ambiente de seguridad y estabilidad política. (Hoy, en la fecha de publicación de este artículo, nadie sabe cómo tomará posesión Felipe Calderón, o si podrá hacerlo no obstante la militarización del Palacio Legislativo. ¿Eso es democracia?)
Hasta el desmoronamiento del PRI, provocado por los experimentos económicos de los tecnócratas neoliberales, había certidumbre. Nadie nos conducía a engaño. Sabíamos de dónde veníamos y adónde íbamos: había rumbo. Y además, durante un cuarto de siglo, reconocido por prestigiados economistas internacionales como el milagro mexicano, hubo crecimiento sostenido con promedios de 8 por ciento.
Era la época dorada en que vivíamos la mística de la Revolución Mexicana y los beneficios del desarrollo estabilizador, cuando un Estado corporativo velaba por los pobres y los trabajadores, y a cambio de aceptar el "estado de cosas" nos garantizaba crecimiento económico sostenido y estabilidad política: seguridad y bienestar. Una característica importante de esa época era que los gobiernos contribuían a la unidad nacional fomentando patriotismo y respeto a las instituciones; festejábamos las fiestas patrias y respetábamos a los héroes. Dicen que hoy, en cambio, tenemos el beneficio de una democracia moderna, y algunos analistas demasiado entusiastas comienzan a evaluar el sexenio de Vicente Fox a través del cristal distorsionado del presente: "sacó al PRI de Los Pinos", dicen, y concluyen que ese sólo hecho es suficiente para incluirlo en un lugar de honor en los anales de la historia patria.
Yo, como el refrán, digo que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Y nosotros perdimos mucho a cambio de nada. Hoy, merced a Vicente Fox, repetimos otro conocido refrán: "más vale malo conocido que bueno por conocer". Cambiamos presidentes y secretarios de Estado con oficio político por gabinetazos decepcionantes y aspirantes a funcionarios con "muchas ganas" y poca experiencia.
Es posible que Felipe Calderón sea demasiado joven para recordar la época de oro del presidencialismo mexicano, o que su perspectiva histórica esté distorsionada por el panismo a ultranza que conoció en su infancia. Sin embargo, debe reconocer que el PAN no ganó la elección anterior: le prestó el registro a los Amigos de Fox para que ganaran una elección caracterizada por el rechazo al PRI y el carisma electoral de Vicente Fox.
Así que la Presidencia que hoy se inicia, habiendo arribado al poder bajo la estrategia del miedo, no podría ser considerada un mandato que confirma la vocación panista del electorado, ni mucho menos el incio de una "era panista" que sustituya al imperio del PRI o impida la llegada del PRD. Yo la veo más bien como una "gerencia" más de transición, en la que un grupo de jóvenes administradores intentarán resolver los principales problemas del país: seguridad, empleo, crecimiento económico y la relación con Estados Unidos. Pero el ejercicio del poder exige mucho más que la solución de problemas coyunturales. Demanda imaginación, experiencia, valor, conocimiento de la historia patria, experiencia internacional y, por encima de todo, objetividad; requiere ir más allá del renglón de las utilidades para gobernar con espíritu de compasión y solidaridad; reclama patriotismo y no partidismo.
Con los mártires de Tlatelolco murió la majestad presidencial y comenzamos el largo camino hacia nuestra interminable transición democrática. Una serie de gobernantes de transición (Salinas, Zedillo, Fox) pretendieron guardar lealtades a los partidos que los llevaron al poder mientras iniciaban una época de "gerentes" preocupados por el renglón de las utilidades. Hoy necesitamos líderes y no gerentes. Bajo esta perspectiva, todo apunta a que el gobierno de Calderón será de los segundos y no de los primeros. Peor aún, muchos apuestan a que su gobierno, agobiado por la profunda división en la que está hundido el país, y acosado por la presidencia paralela de Andrés Manuel López Obrador, podría convertirse en uno de esos gobiernos ecuatorianos a los que El País llama "gobiernos con fecha de caducidad".
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