Entrevista a Jaime Martínez
LunaCatherine Hernández
Rebelión/Radio Guiniguada
Entrevista realizada en Radio Guiniguada
(fm 105.9), Las Palmas de Gran Canaria
Jaime; me gustaría que primero nos situaras en relación a lo que está pasando allí, el balance de los últimos días, para luego adentrarnos un poco más en la explicación de las causas que hay detrás de todo esto. ¿Qué es lo que está pasando en Oaxaca?
Lo que sucede en Oaxaca tiene orígenes muy antiguos. Sin embargo desde 1985 a la fecha el movimiento del magisterio ha ido creciendo, ha ido madurando porque en principio se reveló ante un caciquismo sindical que le impedía toda posibilidad de ejercitar sus derechos, le imponía medidas arbitrarias que no permitían que los maestros se manifestaran. En 1985 nace este movimiento con toda la intención de reivindicar la participación del maestro en la vida de su sindicato; a lo largo de los años este sindicato fue conformándose, fue practicando una actividad delegacional que permitía que todos los maestros participaran en las ideas, en la construcción de demandas, de necesidades, de posibilidades y de alternativas de solución a sus necesidades inmediatas; esto permitió el desarrollo de un amplio complejo participativo que en términos políticos es horizontal, esto se remite a conformar un movimiento con bastante claridad de que en Oaxaca se requerían cambios en profundidad. Sin embargo, en el presente año, en mayo, inician lo que casi cada año: el magisterio en pleno se reunía en Oaxaca para exigir mejoras laborales, trabajo, aumentos de salario, en fin, un tratamiento justo que consideran digno para ellos. En esta ocasión se enfrentaron con un gobernador autoritario lesionador de los derechos humanos en primera instancia que les reprime en el mes de junio y decide cancelar todo diálogo con ellos; el magisterio siempre estableció como política general el dialogar con el gobernador, sin embargo los mandos medios del gobernador no tuvieron la habilidad suficiente y eso condujo a una represión generalizada que exacerbó los ánimos en el magisterio, quienes demandaron ya de manera precisa la salida del gobernador, Ulises Ruiz. Esto provocó una reacción inmediata en distintos sectores de la sociedad oaxaqueña, y permitió dibujar una mayor participación social en un conflicto que reunía demandas ya no sólo del magisterio sino de la sociedad oaxaqueña en general.
Durante el mandato de Ulises Ruiz habían desaparecido varios dirigentes políticos, habían sido asesinados varios representantes populares, habían sido encarcelados ya varios dirigentes de organizaciones sociales, políticas que daban cauce a que la sociedad oaxaqueña se identificara plenamente con la demanda del magisterio. Esto fue abriendo un cauce a la movilización popular que sin tener un asidero, una base real identificable, salvo el magisterio como sindicato, dio posibilidad para que la población en su conjunto empezara a reflexionar sobre la importancia que tenía el modificar la estructura política de Oaxaca. Intervienen diversos sectores: los intelectuales, los obreros, los trabajadores de la salud, en fin, varios organismos que se aglutinan en torno a una movilización ya general para pedir la salida de Ulises Ruiz. Esto conforma un panorama degradado, degradante que degrada la imagen del gobierno del estado, pero además empieza a deteriorar la imagen ya de por sí golpeada por las recientes elecciones del 2 de julio que hacen evidente que en México el modelo político que está establecido ya no llena las necesidades de la población nacional y eso conduce, digamos, a un lodazal, a la movilización popular porque no se encuentra un interlocutor válido que permita un diálogo claro y transparente y por más que se busca en estas instancias no se encuentran más que en las secretarías de gobernación del gobierno federal mexicano; esto explica de alguna manera una suma de contradicciones, una suma de oscuridades, de penumbras que envuelven al proceso político que se está dando en la actualidad en Oaxaca que cada vez se hace más sangriento, cada vez genera mayor violencia, mayor contradicción entre los sectores tanto del pueblo frente al gobierno como al interior mismo del pueblo, como al interior mismo del Estado mexicano. Hay un enfrentamiento que ya impide pensar cual es la posible salida; obviamente el pueblo oaxaqueño considera que la única salida es la renuncia de Ulises Ruiz. En ese trayecto hemos perdido a más de nueve compañeros quienes han sido asesinados en distintos momentos, en distintos procesos de la movilización, ha habido más de un centenar de desaparecidos, algunos de ellos ya han sido excarcelados, otros están siendo apresados por la policía que tiene prácticamente secuestrada a la ciudad de Oaxaca con el argumento de querer limpiarla de la presión popular, en ese sentido estamos ante una situación verdaderamente de ofuscación política general, no sabemos en qué va a parar, la tensión es grande, la participación de los medios de comunicación ha sido muy importante, los medios alternativos en Oaxaca se han multiplicado, se han revalorado en su función de comunicación y ha sido un proceso intenso. La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca ha tenido la necesidad de secuestrar en un primer momento los canales gubernamentales, y después le son arrebatados y destruidos por las propias fuerzas paramilitares del gobierno del Estado de Oaxaca. Después, como respuesta, el movimiento popular secuestra varias emisoras comerciales y a través de ella empieza a transmitir los avances de su propia movilización; la represión no se deja ocultar y se pierden esos espacios; nos quedamos con Radio Plantón, que es la emisora del magisterio oaxaqueño y a últimas fechas con Radio Universidad que también está resultando agredida de manera permanente ya sea en lo tecnológico ya sea de manera arbitraria y violenta, en fin, los compañeros locutores los conductores están siendo amenazados, presionados a retirarse, sin embargo la resistencia del pueblo de Oaxaca ha sido múltiple y ha sido de un continuo ir y venir. En recientes fechas hubo un enfrentamiento muy duro entre la policía federal preventiva y el movimiento de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca en el que se logró que la policía abandonara el lugar, eso se considera para los oaxaqueños un triunfo y una demostración de la unidad de la fuerza que tiene el movimiento popular en Oaxaca, esto es más o menos de manera general.
¿Cuáles son los mecanismos a través de los cuales el pueblo oaxaqueño está coordinándose frente a esta situación tan caótica?
Todas las organizaciones sociales y políticas que están en Oaxaca heredan una capacidad asamblearia permanente que viene de la comunidad originaria, Oaxaca está poblado por 16 pueblos distintos zapotecos, mixtecos, etc., y en todos ellos prevalece la organización comunitaria con amplia fortaleza, en principio casi el 70% de la tenencia de la tierra en Oaxaca es comunal, es decir casi no existe la propiedad privada; en segundo término se explica también la existencia de 560 municipios en todo el estado que es casi la cuarta parte del número de municipios que existen en el país, el 25% de municipios de México están establecidos en Oaxaca; y esto implica una horizontalidad de participación bastante sobresaliente; en tercero podemos hablar que en Oaxaca existen más de 10000 comunidades regiamente organizadas con tenencia comunal pero ancestralmente organizadas e integradas con tradiciones propias para la elección de sus representantes. Esta situación de participación, de maduración política, de participación efectiva, permite ver que cualquier organización social o política que se de en Oaxaca hereda esos principios de práctica cotidiana, es decir, Oaxaca es básicamente el estado social más organizado que pueda tener toda la nación, toda la república mexicana. Esto nos permite entender a todos que la movilización, así aglutine el tipo de membretes que existan, como izquierda unida, grupos de cañeros grupos de cafeticultores, organizaciones civiles, organizaciones no gubernamentales, todas de alguna manera heredan esa fortaleza de participación política lo cual le da una capacidad y una pujanza relevante a todo el proceso.
Creo que la caducidad de lo que es un partido político se evidencia en esa movilización y voy a darte un dato, en Oaxaca, de los 570 municipios 418 son elegidos vía un sistema que se conoce como usos y costumbres y que nosotros que estamos trabajando el tema le denominamos comunalicracia, es decir un proceso de elección de representantes pero de calidad, de cara a cara, de conocimiento profundo, no se trata de números, no se trata de votos abstractos, ni de esa democracia a la que estamos acostumbrados, yendo a las urnas a votar sin decirle a nadie por quien votas, no, aquí en esos 418 municipios la población vota por quien ya saben que le toca hacer el cargo de representación y además los cargos no son remunerados, los cargos son gratuitos, por lo tanto el ser presidente municipal en un municipio oaxaqueño implica un honor, un verdadero prestigio porque tú no lo haces por oficio, no perteneces a una clase política, no perteneces a un partido político, no eres una gente que está buscando el poder sino que el poder lo tiene la asamblea comunitaria y es la asamblea quien decide quién debe ser el representante, y en ese sentido la calidad y la autoridad moral es muy fuerte, esto implica realmente una ventana grandísima a entender fenómenos de cambio político a futuro mucho más horizontales. Yo creo que toda América Latina desea tener ese futuro
¿Cómo encaja esta manera de entender las relaciones de poder en un Estado como el mexicano?
Es difícil entenderlo. Precisamente por eso al caso Oaxaca que está siendo muy sonado a nivel nacional y a nivel internacional no se le comprende, por qué, porque a fin de cuentas la vía comunal en el ejercicio de la vida en el país en la república mexicana ha sido considerado un obstáculo para el desarrollo y fundamentalmente para el desarrollo capitalista. La tenencia comunal de la tierra ha sido un obstáculo para ellos, sin embargo no comprenden y se nos tilda de pre-capitalistas, lo cual a mí no me molestaría que nos lo dijeran, pero a otros compañeros sí porque como los consideran ignorantes, atrasados, necesitados de mayor civilización dicen ellos y nosotros opinamos que la civilización la tenemos nosotros, es decir, el Estado mexicano nos conduce hacia la individualización, nos conduce hacia la apropiación privada de la tierra, de los medios de trabajo; sin embargo se intenta ocultar lo que existe de comunal, lo que existe como una fortaleza política propia, por qué, porque el afán individualizador es la personalidad del pensamiento occidental, la personalidad del capital, la personalidad de ese medio económico neoliberal que se está imponiendo en todo el mundo. Estos mecanismos de mercado que se explican solamente en función de una democracia cuantitativa, de suma de votos, de cantidades, requieren la intervención mediática. No solamente en México sino en todo el mundo se trata de recrear una política de mercado, una política en donde los políticos se ofrecen a través de los medios de comunicación vendiendo su discurso y el consumidor es el lector, y en ese sentido estas democracias a fin de cuentas son una estrategia brillante, sí, para el desarrollo del comercio, de la propiedad privada, del individualismo. Por eso comunalicracia para nosotros representa una visión de calidad porque es directa, porque se basa en el trabajo, porque se basa exactamente en hechos y no en la acumulación, no en la aspiración a mejores y banales mejores condiciones de vida que se nos invita a adquirir a través de los medios de comunicación.
¿Cuál es la percepción en Oaxaca del panorama latinoamericano, particularmente en Bolivia y Venezuela?
Realmente para mí es de enorme gusto poder identificar las aspiraciones y la experiencia del pueblo oaxaqueño con lo que se está recogiendo, se está organizando, se está sistematizando en Bolivia y se esta evidenciando como un reflejo y una necesidad real en el pueblo de Venezuela. Yo entiendo tanto en Bolivia como en Venezuela, y más en Venezuela que en Bolivia que se esté dando el proceso del individuo a la comunidad, cosa que es al contrario en la nación mexicana, es decir, aquí se esta reprimiendo a la comunidad buscando la individualidad, y en Venezuela se está partiendo de la individualidad hacia la comunidad, de allí la propuesta de los Consejos Comunales en Venezuela, y en Bolivia con mucha mas riqueza, mucha mayor esperanza, por qué, porque la población indígena es mayoritaria. La cosmovisión indígena en Bolivia nos puede permitir realmente un cambio de calidad para toda Latinoamérica. Yo diría que la posibilidad más grande que tenemos como latinoamericanos para mirar hacia nuestra historia, para mirar hacia nuestros adentros y valorar nuestras capacidades, se puede dar en Bolivia; quizás es el país que tiene el mayor reto y representa la mayor esperanza. Sin embargo, la visión que se está realizando en Venezuela revela un proceso de comunalización que a mí me parece de suma importancia porque mientras en Oaxaca lo tenemos como herencia histórica de muchísimas generaciones de muchos siglos atrás, en Venezuela se está buscando y por eso se habla del socialismo del siglo XXI. Entonces lo que nosotros tenemos aquí como valores políticos se ligan perfectamente a las aspiraciones del gobierno venezolano en este momento y coincide con las capacidades que tiene el gobierno boliviano para darle una personalidad totalmente distinta a la sociedad boliviana.
Sin embargo aquí escuchamos hace varios meses declaraciones de como las de José María Aznar, hablando del peligro que entrañaba el indigenismo en América Latina…
Claro, claro que es un peligro: para ellos, para los que tienen esa visión de mercado, para los que quieren exactamente mantener las desigualdades tan aberrantes que se están dando en las sociedades capitalistas. Los que están acostumbrados a tener el poder no lo quieren soltar, por eso la clase política en México está perdiendo base en la medida en que la comunidad está tomando conciencia de su valor y está señalando sus potencialidades, obviamente la clase política no encuentra asidero, no encuentra sustento, por eso ni los PANistas tienen línea a seguir, como ni el propio PRD está encontrándolas, si es que no busca en el pueblo realmente la respuesta, y no en un pueblo etiquetado desde un medio de comunicación o desde un voto o desde una urna, no, sino desde la participación en el diseño y en la toma de decisiones de carácter asambleario. Es cierto, somos un peligro, digamos que los que pensamos, los seres comunales, los pueblos indígenas que habitamos América Latina sí somos un peligro para los neoliberales, que quede muy claro, yo por lo menos lo tengo muy precisado, pero precisamente porque buscamos partir de nuestras raíces para encontrar un modelo de bienestar que no esté sustentado en la competencia, en el mercado, en la valoración cuantitativa hasta del oxígeno que tenemos, porque todo lo estamos mercantilizando; ya ves, ya conocemos todos el problema del agua, la guerra por los hidrocarburos, las aspiraciones de controlar nuestra alimentación a través de los transgénicos, en fin, cantidad de aspectos que revelan que sí existe una gran contradicción. Pero qué les decimos a los países hermanos nuestros ubicados en el sur: que tenemos fortaleza, que tenemos capacidades, que tenemos ideas propias y que no tenemos porque estar enclaustrados en el concepto democracia, que tenemos modelos políticos alternativos que parten de nuestras propias prácticas.
EL CONTENIDO DE LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS EN ESTE BLOG, Y lA LUCHA DEL PUEBLO POR ALCANZAR LA JUSTICIA Y LA DEMOCRACIA EN MÉXICO, SON EN HOMENAJE A ESTE HOMBRE PATRIÓTICO QUE LUCHÓ Y DIÓ SU VIDA POR LA PATRIA. !QUE VIVA PANCHO VILLA!
domingo, 19 de noviembre de 2006
Contradicciones y mentiras
carlos acosta córdova
México, D.F., 17 de noviembre (apro).- Más allá del ruido que suscitó el alza en los precios de la leche Liconsa, del diesel y la gasolina Premium, son muchas otras cosas las que sorprenden y preocupan. En realidad, sobre todo en el caso de los combustibles, las alzas son de poca monta. Por supuesto, impactarán a la larga el índice general de precios, pero no puede esperarse que desaten una espiral inflacionaria incontrolable. Eso no es lo relevante.Importan más la forma y el momento en que se decretaron las alzas, las contradicciones del discurso oficial, el engaño y lo que el hecho anticipa en relación con las maneras en que el próximo gobierno resolverá algunos problemas económicos.Un paréntesis obligado lo merece el tono en que el vocero presidencial, Rubén Aguilar, se refirió a los aumentos. Primero, fue una barbaridad de su parte decir que dichos aumentos no van a repercutir en la inflación. Por mínimo que sea, el impacto inflacionario será un hecho, pues no todas las empresas –en primer lugar, las del transporte-- tienen capacidad para asumir un aumento en sus costos por la vía de la productividad. La mayoría, tarde que temprano, empezarán a reflejar dicho aumento en sus precios. Luego, la irritante sorna con que minimizó el aumento a la gasolina Premium. “Entiendo que los más pobres no usan gasolina Premium”, respondió, de manera más que peregrina, a la pregunta de un reportero que le inquiría qué le va a decir el gobierno a la gente que gana el salario mínimo, que apenas sobrevive, y que de repente se enfrenta a una escalada de precios.Sorprende, pues, el tono discriminatorio y ofensivo de un tipo instruido –Aguilar es licenciado en Filosofía, maestro en Sociología y doctor en Ciencias Sociales—y, sobre todo, que en una buena parte de su vida –no ahora, claro-- fue aliado de los más pobres, que fue sacerdote jesuita y que, además, participó abiertamente en movimientos guerrilleros en varias partes de América Latina. No se puede ser tan incongruente en la vida. Pueden ser explicables los bandazos, el trapecismo político, en función de objetivos materialistas; pero la conciencia no puede traicionarse de manera tan impune.Quisiera creer que fue un lapsus brutus el de Rubén Aguilar, que incluso –por la lógica de sus palabras-- pudo llevarlo a decir “pinches pobres, de qué se quejan”, pero es tal la simbiosis, el contagio, con la mentalidad de Vicente Fox, que al igual que él, como ya va de salida, cree que puede decir cualquier pendejada, como la que dijo, también, en relación al aumento en el precio de la leche de Liconsa.Pese al aumento de casi 30% --equivalente a un peso más por litro--, Aguilar minimizó: cuál es el problema, la leche de Liconsa sigue siendo “la más barata del mundo”. Otra vez, la misma lógica: Jódanse los más de 5 millones de consumidores de esa leche, que tendrán que pagar ahora ocho pesos por su bolsita de dos litros cada vez que vayan al local de distribución de Liconsa. Y en la renovada mentalidad de Aguilar, otra vez: de qué se quejan estos pobres, si todo les sale regalado.Fuera de las impertinencias del vocero presidencial, importa destacar los aumentos en los combustibles no, como decía, por el impacto inmediato en los precios, sino por la forma y el momento en que se definen. Primero se vendió la idea en razón de una demanda de tipo ambiental –curiosamente el titular de la Semarnat, José Luis Luege, se mostró sorprendido por la decisión de Hacienda y de Pemex, pues no le avisaron y mucho menos lo consultaron--, pero al poco rato se priorizaron fundamentos económicos: como es cuantiosa la importación de gasolinas con bajo contenido de azufre, y la paraestatal no tiene capacidad para producirlas de manera suficiente para cubrir la demanda, había que allegarse de recursos para hacerle frente a esas importaciones.Aquí el asunto es de cómo se quiere resolver los problemas económicos. La vía más fácil es trasladarles a los consumidores los costos de muchas insuficiencias e ineficiencias de la paraestatal y del gobierno mismo. El problema de fondo es, en el caso de Pemex, que ya se acabó el tiempo en que la extracción y explotación de crudo era fácil, rápida y relativamente barata. La declinación de pozos y cuencas tan importantes como Cantarell obliga necesariamente a inversiones extraordinarias para aprovechar las reservas probadas en aguas profundas. Y no se tiene el dinero suficiente, lo mismo porque se exprime brutalmente a Pemex que porque el gobierno ha sido incapaz de remontar la raquítica recaudación, de pena ajena frente a países no sólo de la OCDE, a la que México pertenece, sino a otros de similar desempeño.Si ya Felipe Calderón y su virtual secretario de Hacienda, Agustín Carstens, han dicho que no habrá reforma fiscal en el corto plazo, además de que los precios internacionales del petróleo siguen cayendo, hay razones para pensar que las baterías seguirán enfocándose sobre los consumidores. Entonces, no es difícil pensar que en la agenda del próximo gobierno pueda haber otras sorpresas en materia de precios y tarifas de bienes y servicios públicos.Obviamente, Calderón no podía empezar su gobierno con un golpe como este, mermada que está su credibilidad y legitimidad. Era preferible que Fox cargara con el costo político de medidas impopulares, mañosamente decididas, al más puro y viejo estilo priista de hacerlas después de las elecciones.Pero como en este país todo puede pasar, no falta quien piense que precisamente por el poco crédito y aceptación pública con que Calderón asumirá la Presidencia, un golpe espectacular que lo acercaría a la gente sería revertir las alzas que se dieron esta semana y, para corresponder a sus promesas de campaña, hasta anunciaría reducciones en las tarifas eléctricas.Si fuera el caso, Calderón empezaría aun peor su gobierno, pues no es posible iniciarlo armando todo un circo y tratar como menores de edad a los mexicanos.Pero no adelantemos vísperas.
México, D.F., 17 de noviembre (apro).- Más allá del ruido que suscitó el alza en los precios de la leche Liconsa, del diesel y la gasolina Premium, son muchas otras cosas las que sorprenden y preocupan. En realidad, sobre todo en el caso de los combustibles, las alzas son de poca monta. Por supuesto, impactarán a la larga el índice general de precios, pero no puede esperarse que desaten una espiral inflacionaria incontrolable. Eso no es lo relevante.Importan más la forma y el momento en que se decretaron las alzas, las contradicciones del discurso oficial, el engaño y lo que el hecho anticipa en relación con las maneras en que el próximo gobierno resolverá algunos problemas económicos.Un paréntesis obligado lo merece el tono en que el vocero presidencial, Rubén Aguilar, se refirió a los aumentos. Primero, fue una barbaridad de su parte decir que dichos aumentos no van a repercutir en la inflación. Por mínimo que sea, el impacto inflacionario será un hecho, pues no todas las empresas –en primer lugar, las del transporte-- tienen capacidad para asumir un aumento en sus costos por la vía de la productividad. La mayoría, tarde que temprano, empezarán a reflejar dicho aumento en sus precios. Luego, la irritante sorna con que minimizó el aumento a la gasolina Premium. “Entiendo que los más pobres no usan gasolina Premium”, respondió, de manera más que peregrina, a la pregunta de un reportero que le inquiría qué le va a decir el gobierno a la gente que gana el salario mínimo, que apenas sobrevive, y que de repente se enfrenta a una escalada de precios.Sorprende, pues, el tono discriminatorio y ofensivo de un tipo instruido –Aguilar es licenciado en Filosofía, maestro en Sociología y doctor en Ciencias Sociales—y, sobre todo, que en una buena parte de su vida –no ahora, claro-- fue aliado de los más pobres, que fue sacerdote jesuita y que, además, participó abiertamente en movimientos guerrilleros en varias partes de América Latina. No se puede ser tan incongruente en la vida. Pueden ser explicables los bandazos, el trapecismo político, en función de objetivos materialistas; pero la conciencia no puede traicionarse de manera tan impune.Quisiera creer que fue un lapsus brutus el de Rubén Aguilar, que incluso –por la lógica de sus palabras-- pudo llevarlo a decir “pinches pobres, de qué se quejan”, pero es tal la simbiosis, el contagio, con la mentalidad de Vicente Fox, que al igual que él, como ya va de salida, cree que puede decir cualquier pendejada, como la que dijo, también, en relación al aumento en el precio de la leche de Liconsa.Pese al aumento de casi 30% --equivalente a un peso más por litro--, Aguilar minimizó: cuál es el problema, la leche de Liconsa sigue siendo “la más barata del mundo”. Otra vez, la misma lógica: Jódanse los más de 5 millones de consumidores de esa leche, que tendrán que pagar ahora ocho pesos por su bolsita de dos litros cada vez que vayan al local de distribución de Liconsa. Y en la renovada mentalidad de Aguilar, otra vez: de qué se quejan estos pobres, si todo les sale regalado.Fuera de las impertinencias del vocero presidencial, importa destacar los aumentos en los combustibles no, como decía, por el impacto inmediato en los precios, sino por la forma y el momento en que se definen. Primero se vendió la idea en razón de una demanda de tipo ambiental –curiosamente el titular de la Semarnat, José Luis Luege, se mostró sorprendido por la decisión de Hacienda y de Pemex, pues no le avisaron y mucho menos lo consultaron--, pero al poco rato se priorizaron fundamentos económicos: como es cuantiosa la importación de gasolinas con bajo contenido de azufre, y la paraestatal no tiene capacidad para producirlas de manera suficiente para cubrir la demanda, había que allegarse de recursos para hacerle frente a esas importaciones.Aquí el asunto es de cómo se quiere resolver los problemas económicos. La vía más fácil es trasladarles a los consumidores los costos de muchas insuficiencias e ineficiencias de la paraestatal y del gobierno mismo. El problema de fondo es, en el caso de Pemex, que ya se acabó el tiempo en que la extracción y explotación de crudo era fácil, rápida y relativamente barata. La declinación de pozos y cuencas tan importantes como Cantarell obliga necesariamente a inversiones extraordinarias para aprovechar las reservas probadas en aguas profundas. Y no se tiene el dinero suficiente, lo mismo porque se exprime brutalmente a Pemex que porque el gobierno ha sido incapaz de remontar la raquítica recaudación, de pena ajena frente a países no sólo de la OCDE, a la que México pertenece, sino a otros de similar desempeño.Si ya Felipe Calderón y su virtual secretario de Hacienda, Agustín Carstens, han dicho que no habrá reforma fiscal en el corto plazo, además de que los precios internacionales del petróleo siguen cayendo, hay razones para pensar que las baterías seguirán enfocándose sobre los consumidores. Entonces, no es difícil pensar que en la agenda del próximo gobierno pueda haber otras sorpresas en materia de precios y tarifas de bienes y servicios públicos.Obviamente, Calderón no podía empezar su gobierno con un golpe como este, mermada que está su credibilidad y legitimidad. Era preferible que Fox cargara con el costo político de medidas impopulares, mañosamente decididas, al más puro y viejo estilo priista de hacerlas después de las elecciones.Pero como en este país todo puede pasar, no falta quien piense que precisamente por el poco crédito y aceptación pública con que Calderón asumirá la Presidencia, un golpe espectacular que lo acercaría a la gente sería revertir las alzas que se dieron esta semana y, para corresponder a sus promesas de campaña, hasta anunciaría reducciones en las tarifas eléctricas.Si fuera el caso, Calderón empezaría aun peor su gobierno, pues no es posible iniciarlo armando todo un circo y tratar como menores de edad a los mexicanos.Pero no adelantemos vísperas.
La proterva oligarquía
El gobierno de facto es un malogrado producto del actual. Por lo tanto heredará las características y compromisos de su antecesor, pero enfrentará nuevas circunstancias. Al interior se enfrentará con las consecuencias de su propia ilegitimidad, que agrava la presión social producto de la miseria, la corrupción y la inseguridad en que ha desembocado un cuarto de siglo de tecnocracia neoliberal. Al exterior se le presenta un cuadro totalmente nuevo. El gobierno de Estados Unidos construye un muro entre su país y el nuestro. Esa es la respuesta que finalmente dio a la cándida pretensión de concluir un acuerdo migratorio. Ese muro dará fin a la corriente migratoria tal como es ahora y comienzo a un nuevo capítulo en las relaciones entre México y Estados Unidos.
A lo largo de la historia Estados Unidos ha sido el determinante permanente de la política exterior de México. Pero a partir de que se impuso el modelo neoliberal esa relación tiene también el carácter de estratégica. Es así porque los gobiernos neoliberales de México vincularon el objetivo nacional del desarrollo a la relación comercial con Estados Unidos. Ninguna otra relación bilateral de México tiene ese carácter. Contrariamente, para Estados Unidos la relación con México tiene la importancia que proviene de la condición fronteriza, pero difícilmente se calificaría de estratégica.
Cualquier estrategia de desarrollo vinculada al comercio con un solo país es precaria e insuficiente. Si además carece del componente interior del desarrollo el trabajo, esa estrategia necesariamente desemboca en un fiasco. En nuestro caso los resultados de su aplicación por casi un cuarto de siglo demuestran su fracaso.
Porque esa es su naturaleza, el régimen espurio estará orientado a preservar los privilegios de las minorías. Para hacerlo continuará la aplicación del modelo económico neoliberal dictado por el mundo desarrollado para administrar la periferia: al interior, las oligarquías explotan a los pueblos y, desde el exterior, las economías ricas exprimen a las pobres.
Nuestra derecha es además, elitista, extranjerizante y anexionista1. Esta última pretensión, primero la mantuvieron oculta, después insinuada y finalmente exhibida de manera abierta por la administración foxista. En su perversidad, los planes foxistas estaban imbuidos de la ingenuidad y la ignorancia que le caracterizaron: nunca pensaron en la posibilidad del rechazo, y menos aún en ser totalmente descartados. No sospechan tampoco que la razón del desprecio está precisamente en nuestra condición subdesarrollada, y que ellos, la proterva oligarquía, son parte consustancial del subdesarrollo.
Como hija adulterina del gobierno foxista, la administración espuria insistirá en profundizar las políticas de explotación del pueblo, la enajenación del patrimonio nacional y la cesión de la soberanía. Sin acusar recibo del monumental desaire suplicará para ser aceptada. Como la obsecuencia política no ha sido suficiente; como la equiparación jurídica al Estado policiaco estadunidense (suspensión de garantías; movimiento de tropas de y al extranjero; ley de seguridad nacional; delito de terrorismo internacional)2 no ha podido ser aún totalmente implementada y no se considera suficiente, tendrá que elevar la oferta. Para ello ofrecerá el territorio nacional como perímetro de seguridad para Estados Unidos. No es poca cosa.
Lo que se quiere cambiar tuvo su origen después de la "crisis de los misiles" entre la Unión Soviética y Estados Unidos por la presencia en territorio cubano de misiles armados con cabezas nucleares, en octubre de 1962. El mundo estuvo más cerca que nunca de la guerra nuclear y varios gobiernos latinoamericanos, destacadamente el de México, entendieron el peligro que entraña la tendencia de las potencias militares a dirimir sus conflictos en territorios ajenos, en ese caso los de nuestra región. De ahí surgió la iniciativa de desnuclearizar América Latina, que culminó con la firma del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares de la América Latina. Es la esencia de ese tratado no ser la arena de conflictos ajenos la que está en juego3.
Las alianzas militares se basan en la lógica de un enemigo común y México no tiene enemigos. Nunca será excesivo repetir que nuestro principal activo en la política internacional está en no tener enemigos. Buscarse los que no tiene es un verdadero despropósito. Aliarse a las potencias militares del norte no significa siquiera alquilarse como mercenario, se trata solamente de ser blanco de tiro. México debe mantener incólume su condición de país amante de la paz.
No obstante los avisos, las advertencias y las prevenciones que se les hagan, podemos estar seguros de que nuestros desmañados derechistas terminarán ofreciendo al país como blanco para bienquistarse con Estados Unidos. La oferta será aceptada pero, fatalmente, no será retribuida. Porque en la integración, como en las bodas de alcurnia, las clases sociales cuentan.
Contradictoria pero verdadera, la ingenuidad de nuestros tramposos nunca les permitió asimilar la claridosa advertencia de Estados Unidos cuando nos dijo que no tiene amigos sino intereses. "Qué guasón...", habrán pensado, mientras abonaban con candor la esperanza de que, al final, a ellos sí se les querría.
Incautos y menguados, no comprenden que pasó la época de los gestos vacíos. Para ingresar al primer mundo no basta ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, es necesario el desarrollo nacional; para promover los derechos humanos en el ámbito internacional es imprescindible respetar los propios; para implantar la democracia es necesario acatar la voluntad popular. O la haremos respetar.
A lo largo de la historia Estados Unidos ha sido el determinante permanente de la política exterior de México. Pero a partir de que se impuso el modelo neoliberal esa relación tiene también el carácter de estratégica. Es así porque los gobiernos neoliberales de México vincularon el objetivo nacional del desarrollo a la relación comercial con Estados Unidos. Ninguna otra relación bilateral de México tiene ese carácter. Contrariamente, para Estados Unidos la relación con México tiene la importancia que proviene de la condición fronteriza, pero difícilmente se calificaría de estratégica.
Cualquier estrategia de desarrollo vinculada al comercio con un solo país es precaria e insuficiente. Si además carece del componente interior del desarrollo el trabajo, esa estrategia necesariamente desemboca en un fiasco. En nuestro caso los resultados de su aplicación por casi un cuarto de siglo demuestran su fracaso.
Porque esa es su naturaleza, el régimen espurio estará orientado a preservar los privilegios de las minorías. Para hacerlo continuará la aplicación del modelo económico neoliberal dictado por el mundo desarrollado para administrar la periferia: al interior, las oligarquías explotan a los pueblos y, desde el exterior, las economías ricas exprimen a las pobres.
Nuestra derecha es además, elitista, extranjerizante y anexionista1. Esta última pretensión, primero la mantuvieron oculta, después insinuada y finalmente exhibida de manera abierta por la administración foxista. En su perversidad, los planes foxistas estaban imbuidos de la ingenuidad y la ignorancia que le caracterizaron: nunca pensaron en la posibilidad del rechazo, y menos aún en ser totalmente descartados. No sospechan tampoco que la razón del desprecio está precisamente en nuestra condición subdesarrollada, y que ellos, la proterva oligarquía, son parte consustancial del subdesarrollo.
Como hija adulterina del gobierno foxista, la administración espuria insistirá en profundizar las políticas de explotación del pueblo, la enajenación del patrimonio nacional y la cesión de la soberanía. Sin acusar recibo del monumental desaire suplicará para ser aceptada. Como la obsecuencia política no ha sido suficiente; como la equiparación jurídica al Estado policiaco estadunidense (suspensión de garantías; movimiento de tropas de y al extranjero; ley de seguridad nacional; delito de terrorismo internacional)2 no ha podido ser aún totalmente implementada y no se considera suficiente, tendrá que elevar la oferta. Para ello ofrecerá el territorio nacional como perímetro de seguridad para Estados Unidos. No es poca cosa.
Lo que se quiere cambiar tuvo su origen después de la "crisis de los misiles" entre la Unión Soviética y Estados Unidos por la presencia en territorio cubano de misiles armados con cabezas nucleares, en octubre de 1962. El mundo estuvo más cerca que nunca de la guerra nuclear y varios gobiernos latinoamericanos, destacadamente el de México, entendieron el peligro que entraña la tendencia de las potencias militares a dirimir sus conflictos en territorios ajenos, en ese caso los de nuestra región. De ahí surgió la iniciativa de desnuclearizar América Latina, que culminó con la firma del Tratado para la Proscripción de las Armas Nucleares de la América Latina. Es la esencia de ese tratado no ser la arena de conflictos ajenos la que está en juego3.
Las alianzas militares se basan en la lógica de un enemigo común y México no tiene enemigos. Nunca será excesivo repetir que nuestro principal activo en la política internacional está en no tener enemigos. Buscarse los que no tiene es un verdadero despropósito. Aliarse a las potencias militares del norte no significa siquiera alquilarse como mercenario, se trata solamente de ser blanco de tiro. México debe mantener incólume su condición de país amante de la paz.
No obstante los avisos, las advertencias y las prevenciones que se les hagan, podemos estar seguros de que nuestros desmañados derechistas terminarán ofreciendo al país como blanco para bienquistarse con Estados Unidos. La oferta será aceptada pero, fatalmente, no será retribuida. Porque en la integración, como en las bodas de alcurnia, las clases sociales cuentan.
Contradictoria pero verdadera, la ingenuidad de nuestros tramposos nunca les permitió asimilar la claridosa advertencia de Estados Unidos cuando nos dijo que no tiene amigos sino intereses. "Qué guasón...", habrán pensado, mientras abonaban con candor la esperanza de que, al final, a ellos sí se les querría.
Incautos y menguados, no comprenden que pasó la época de los gestos vacíos. Para ingresar al primer mundo no basta ser miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, es necesario el desarrollo nacional; para promover los derechos humanos en el ámbito internacional es imprescindible respetar los propios; para implantar la democracia es necesario acatar la voluntad popular. O la haremos respetar.
Trampa de Calderón, la oferta de diálogo: PRD
En el próximo presupuesto se verán sus intenciones reales, señala
Asegura que no privatizará Pemex y CFE porque "sabe que no se aprobará"
Tenemos más divergencias que coincidencias, consideran partidos del FAP
GEORGINA SALDIERNA , JOSE GALAN
El PRD consideró vago y omiso el planteamiento de Felipe Calderón respecto a sus "coincidencias" con la agenda del Frente Amplio Progresista (FAP), mientras el PT aseguró que entre su proyecto legislativo y el del presidente electo existen más divergencias que coincidencias.
Lo anterior, en alusión a las cartas que el panista envió a los coordinadores parlamentarios de los partidos que integran el FAP, donde afirma que hay convergencia en algunos puntos de los dos documentos, y que por medio del diálogo se favorecerá la aprobación de reformas que beneficien al país.
Por su lado, el partido Convergencia consideró oportunista la acción del michoacano, y "para dejar en claro que no hay coincidencia," puntualizó que el programa de Calderón protege los grandes intereses nacionales y del extranjero que pretenden seguir saqueando el patrimonio nacional, mientras el del FAP representa un proyecto alternativo que defiende la soberanía y las políticas públicas que combatan la pobreza y la miseria.
Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general del PRD, consideró que el envío de las misivas no es más que una coartada para que el michoacano aparezca como una persona que está dispuesta al diálogo, pero sus hechos hablan de otra cosa; de alguien intolerante que fue capaz de promover el odio entre los mexicanos durante la campaña presidencial.
Reiteró que el PRD no va a tener ningún contacto con el panista, y que el único debate posible tendrá lugar en el Congreso, donde los coordinadores parlamentarios del FAP se reunirán el próximo martes para analizar los documentos y dar respuesta.
Por lo demás, el dirigente perredista consideró "inacabado" y "vago" en los principales problemas del país el planteamiento de Calderón en sus cartas. Por ejemplo precisa, hace caso omiso de derogar la ley Televisa, cuando no puede haber democracia si los medios electrónicos siguen sin democratizarse, y tampoco se refiere al combate frontal que debe existir contra la pobreza.
Sostuvo que el panista promete no privatizar el sector energético porque sabe que no podrá reunir la votación necesaria de dos terceras partes para aprobar esa medida.
Uno de los puntos donde no hay coincidencia dijo es el de la pensión para los adultos mayores, pues mientras el michoacano condiciona su puesta en marcha a la viabilidad financiera que pudiera tener un programa destinado únicamente a las personas en pobreza extrema, el FAP estima necesario entregarla de manera universal, porque de esa forma se evita el manejo clientelar que se ha dado a los proyectos sociales, entre otras razones, puntualizó.
Acosta Naranjo consideró que será en la integración del próximo presupuesto donde se podrá ver cuáles son las verdaderas intenciones del panista. En 10 ó 15 días veremos si su carta sólo es demagogia o si hay verdadero interés en resolver los problemas del país, puntualizó.
Por su parte, el senador Alejandro González, del PT, insistió en que hay más divergencias que coincidencias en las dos plataformas legislativas.
Demandó a Calderón que el documento remitido a los coordinadores parlamentarios del FAP lo haga llegar a los legisladores del PAN, para que lo presenten al Congreso y ahí se analicen las propuestas, pues sólo en ese espacio habrá diálogo.
Respecto a las divergencias, señaló que en la propuesta del michoacano sobre la reforma electoral no se hace referencia a ningún mecanismo para impedir la intervención de los gobiernos en los procesos comiciales, ni a la salida de los consejeros del IFE, como demanda el frente.
Sobre el sector energético, dijo que el michoacano se compromete a no privatizar Pemex y la CFE, pero se sabe que su propuesta es abrir esta área a la participación de los empresarios, lo que en los hechos implicará que el Estado pierda control sobre los recursos naturales. Señaló que el modelo planteado por Calderón también es privatizador.
A su vez, Convergencia manifestó que no tomará en cuenta el documento del panista, y reiteró la decisión de impulsar todas las acciones políticas necesarias para impedir que el próximo primero de diciembre asuma la Presidencia del país, y respaldó al perredista Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo. La posición del partido fue fijada por los dirigentes Dante Delgado y Luis Maldonado durante la reunión de la comisión política ampliada, realizada el viernes.
Mientras, en San Lázaro, los coordinadores parlamentarios de los partidos que conforman el FAP recibieron hasta ayer la carta que les dirigió el presidente electo con el ánimo de alcanzar acuerdos.
Los líderes de las bancadas se reunirán el próximo martes para analizar el contenido de las misivas y fijar una postura. "La verdad es que no tenemos prisa. La vamos a analizar con calma", afirmó el vocero del grupo parlamentario del PRD, Luis Sánchez, luego de realizar consultas con el coordinador de la bancada, Javier González Garza.
Así, Alejandro Chanona, coordinador de la fracción de Convergencia; Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo, y el propio González Garza, representantes de los partidos que conforman el Frente Amplio Progresista, decidieron esperar el acto en que López Obrador asumirá la figura de presidente legítimo del país antes de dar respuesta al panista.
Asegura que no privatizará Pemex y CFE porque "sabe que no se aprobará"
Tenemos más divergencias que coincidencias, consideran partidos del FAP
GEORGINA SALDIERNA , JOSE GALAN
El PRD consideró vago y omiso el planteamiento de Felipe Calderón respecto a sus "coincidencias" con la agenda del Frente Amplio Progresista (FAP), mientras el PT aseguró que entre su proyecto legislativo y el del presidente electo existen más divergencias que coincidencias.
Lo anterior, en alusión a las cartas que el panista envió a los coordinadores parlamentarios de los partidos que integran el FAP, donde afirma que hay convergencia en algunos puntos de los dos documentos, y que por medio del diálogo se favorecerá la aprobación de reformas que beneficien al país.
Por su lado, el partido Convergencia consideró oportunista la acción del michoacano, y "para dejar en claro que no hay coincidencia," puntualizó que el programa de Calderón protege los grandes intereses nacionales y del extranjero que pretenden seguir saqueando el patrimonio nacional, mientras el del FAP representa un proyecto alternativo que defiende la soberanía y las políticas públicas que combatan la pobreza y la miseria.
Guadalupe Acosta Naranjo, secretario general del PRD, consideró que el envío de las misivas no es más que una coartada para que el michoacano aparezca como una persona que está dispuesta al diálogo, pero sus hechos hablan de otra cosa; de alguien intolerante que fue capaz de promover el odio entre los mexicanos durante la campaña presidencial.
Reiteró que el PRD no va a tener ningún contacto con el panista, y que el único debate posible tendrá lugar en el Congreso, donde los coordinadores parlamentarios del FAP se reunirán el próximo martes para analizar los documentos y dar respuesta.
Por lo demás, el dirigente perredista consideró "inacabado" y "vago" en los principales problemas del país el planteamiento de Calderón en sus cartas. Por ejemplo precisa, hace caso omiso de derogar la ley Televisa, cuando no puede haber democracia si los medios electrónicos siguen sin democratizarse, y tampoco se refiere al combate frontal que debe existir contra la pobreza.
Sostuvo que el panista promete no privatizar el sector energético porque sabe que no podrá reunir la votación necesaria de dos terceras partes para aprobar esa medida.
Uno de los puntos donde no hay coincidencia dijo es el de la pensión para los adultos mayores, pues mientras el michoacano condiciona su puesta en marcha a la viabilidad financiera que pudiera tener un programa destinado únicamente a las personas en pobreza extrema, el FAP estima necesario entregarla de manera universal, porque de esa forma se evita el manejo clientelar que se ha dado a los proyectos sociales, entre otras razones, puntualizó.
Acosta Naranjo consideró que será en la integración del próximo presupuesto donde se podrá ver cuáles son las verdaderas intenciones del panista. En 10 ó 15 días veremos si su carta sólo es demagogia o si hay verdadero interés en resolver los problemas del país, puntualizó.
Por su parte, el senador Alejandro González, del PT, insistió en que hay más divergencias que coincidencias en las dos plataformas legislativas.
Demandó a Calderón que el documento remitido a los coordinadores parlamentarios del FAP lo haga llegar a los legisladores del PAN, para que lo presenten al Congreso y ahí se analicen las propuestas, pues sólo en ese espacio habrá diálogo.
Respecto a las divergencias, señaló que en la propuesta del michoacano sobre la reforma electoral no se hace referencia a ningún mecanismo para impedir la intervención de los gobiernos en los procesos comiciales, ni a la salida de los consejeros del IFE, como demanda el frente.
Sobre el sector energético, dijo que el michoacano se compromete a no privatizar Pemex y la CFE, pero se sabe que su propuesta es abrir esta área a la participación de los empresarios, lo que en los hechos implicará que el Estado pierda control sobre los recursos naturales. Señaló que el modelo planteado por Calderón también es privatizador.
A su vez, Convergencia manifestó que no tomará en cuenta el documento del panista, y reiteró la decisión de impulsar todas las acciones políticas necesarias para impedir que el próximo primero de diciembre asuma la Presidencia del país, y respaldó al perredista Andrés Manuel López Obrador como presidente legítimo. La posición del partido fue fijada por los dirigentes Dante Delgado y Luis Maldonado durante la reunión de la comisión política ampliada, realizada el viernes.
Mientras, en San Lázaro, los coordinadores parlamentarios de los partidos que conforman el FAP recibieron hasta ayer la carta que les dirigió el presidente electo con el ánimo de alcanzar acuerdos.
Los líderes de las bancadas se reunirán el próximo martes para analizar el contenido de las misivas y fijar una postura. "La verdad es que no tenemos prisa. La vamos a analizar con calma", afirmó el vocero del grupo parlamentario del PRD, Luis Sánchez, luego de realizar consultas con el coordinador de la bancada, Javier González Garza.
Así, Alejandro Chanona, coordinador de la fracción de Convergencia; Ricardo Cantú Garza, del Partido del Trabajo, y el propio González Garza, representantes de los partidos que conforman el Frente Amplio Progresista, decidieron esperar el acto en que López Obrador asumirá la figura de presidente legítimo del país antes de dar respuesta al panista.
Pancho Villa Una biografía narrativa
I
Aquí se cuenta la vida de un hombre que solía despertarse, casi siempre, en un lugar diferente del que originalmente había elegido para dormir. Tenía este extraño hábito porque más de la mitad de su vida adulta, 17 años de los 30 que vivió antes de sumarse a una revolución, había estado fuera de la ley; había sido prófugo de la justicia, bandolero, ladrón, asaltante de caminos, cuatrero. Y tenía miedo de que la debilidad de las horas de sueño fuera su perdición.
Un hombre que se sentía incómodo teniendo la cabeza descubierta, que habiendo sido llamado en su juventud "el gorra chueca" no solía quitarse el sombrero ni para saludar. Cuando después de años de estar trabajando en el asunto el narrador tuvo la visión de que Villa y sus sombreros parecían inseparables, Martín Luis Guzmán, en El águila y la serpiente, la corroboró: "Villa traía puesto el sombrero (...) cosa frecuente en él cuando estaba en su oficina o en su casa". Para darle sustento científico al asunto el narrador revisó 217 fotografías. En ellas sólo aparece en 20 sin sombrero (y en muchos casos se trataba de situaciones que hacían de la ausencia del sombrero obligación: en una está nadando, en otras cuatro asiste a funerales o velorios, en varias más se encuentra muerto y el sombrero debe de haberse caído en el tiroteo. En las 197 restantes porta diferentes sombreros; los hay stetsons texanos simples, sombreros de charro, gorras de uniforme federal de visera, enormes huaripas norteñas de ancha falda y copa alta, tocados huicholes, sombreros anchos de palma comprimida, texanos de tres pedradas, salacots y gorras de plato de las llamadas en aquellos años rusas. Su amor por el sombrero llegó a tanto que una vez que tuvo que ocultar su personalidad, consiguió un bombín que lo hacía parecer "cura de pueblo".
Esta es la historia de un hombre del que se dice que sus métodos de lucha fueron estudiados por Rommel (falso), Mao Tse Tung (falso) y el subcomandante Marcos (cierto); que reclutó a Tom Mix para la Revolución Mexicana (bastante improbable, pero no imposible), se fotografío al lado de Patton (no tiene mucha gracia, George era en aquella época un tenientillo sin mayor importancia), se ligó a María Conesa, la vedette más importante en la historia de México (falso; trató, pero no pudo) y mató a Ambrose Bierce (absolutamente falso). Que compuso La Adelita (falso), pero lo dice el Corrido de la muerte de Pancho Villa, que de pasada le atribuye también La cucharacha, cosa que tampoco hizo.
Un hombre que fue contemporáneo de Lenin, de Freud, de Kafka, de Houdini, de Modigliani, de Gandhi, pero que nunca oyó hablar de ellos, y si lo hizo, porque a veces le leían el periódico, no pareció concederles ninguna importancia porque eran ajenos al territorio que para Villa lo era todo: una pequeña franja del planeta que va desde las ciudades fronterizas texanas hasta la ciudad de México, que por cierto no le gustaba. Un hombre que se había casado, o mantenido estrechas relaciones cuasimaritales, 27 veces, y tuvo al menos 26 hijos (según mis incompletas averiguaciones), pero al que no parecían gustarle en exceso las bodas y los curas, sino más bien las fiestas, el baile y, sobre todo, los compadres.
Un personaje con fama de beodo que sin embargo apenas probó el alcohol en toda su vida, condenó a muerte a sus oficiales borrachos, destruyó garrafas de bebidas alcohólicas en varias ciudades que tomó (dejó las calles de Ciudad Juárez apestando a licor cuando ordenó la destrucción de la bebida en las cantinas), le gustaban las malteadas de fresa, las palanquetas de cacahuate, el queso asadero, los espárragos de lata y la carne cocinada a la lumbre hasta que quedara como suela de zapato.
Un hombre que cuenta al menos con tres "autobiografías", pero ninguna de ellas fue escrita por su mano.
Una persona que apenas sabía leer y escribir, pero cuando fue gobernador del estado de Chihuahua fundó en un mes 50 escuelas. Un hombre que en la era de la ametralladora y la guerra de trincheras, usó magistralmente la caballería y la combinó con los ataques nocturnos, los aviones, el ferrocarril. Aún queda memoria en México de los penachos de humo del centenar de trenes de la División del Norte avanzando hacia Zacatecas.
Un individuo que a pesar de definirse a sí mismo como un hombre simple, adoraba las máquinas de coser, las motocicletas, los tractores.
Un revolucionario con mentalidad de asaltabancos, que siendo general de una división de 30 mil hombres, se daba tiempo para esconder tesoros en dólares, oro y plata en cuevas y sótanos, en entierros clandestinos; tesoros con los que luego compraba municiones para su ejército, en un país que no producía balas.
Un personaje que a partir del robo organizado de vacas creó la más espectacular red de contrabando al servicio de una revolución.
Un ciudadano que en 1916 propuso la pena de muerte para los que cometieran fraudes electorales, inusitado fenómeno en la historia de México.
El único mexicano que estuvo a punto de comprar un submarino, que fue jinete de un caballo mágico llamado Siete Leguas (que en realidad era una yegua) y cumplió el anhelo de la futura generación del narrador, fugarse de la prisión militar de Tlatelolco.
Un hombre al que odiaban tanto, que para matarlo le dispararon 150 balazos al coche en que viajaba; al que tres años después de asesinarlo le robaron la cabeza, y que ha logrado engañar a sus perseguidores hasta después de muerto, porque aunque oficialmente se dice que reposa en el Monumento a la Revolución de la ciudad de México (esa hosca mole de piedra sin gracia que parece celebrar la defunción de la revolución aplastada por una losa de 50 años de traiciones), sigue enterrado en Parral.
Esta es la historia, pues, de un hombre que contó, y del que contaron muchas veces sus historias, de tantas y tan variadas maneras que a veces parece imposible desentrañarlas.
El historiador no puede menos que observar al personaje con fascinación.
II
En la memoria de los supervivientes las vacas son más grandes, las montañas más altas, las llanuras siempre interminables, el hambre mayor, el agua más escasa, el miedo, apenas un destello fugaz. No exagera el que cuenta, es un problema de las pocas luces del que escucha. El narrador ha tratado de escuchar en medio de este rumor interminable e inmenso que surge del villismo y de la figura de Pancho. Siente que en ocasiones lo ha logrado, no siempre.
José María Jaurrieta, que acompañó a Villa durante su etapa guerrillera durante tres años, dijo: "Si el lector ha pasado una temporada en el campo, especialmente en la noche, cuando es más desesperante la soledad, habrá observado que la fogata tiene el poder supremo de reunir y hacer hablar a los hombres".
Villa contó sus historias centenares de veces en torno de esas fogatas, en las horas muertas durante los viajes en tren, en las interminables cabalgatas. Y otros contaron a otros lo que él les había contado. Y éstos a otros. Y así lo seguimos contando.
Pancho Villa hablaba como si supiera que durante un centenar de años sería sujeto de apasionados amores populares, de enconados odios burgueses y material magistral para novelas que nunca se escribieron. Pero no, lo suyo no es conciencia histórica predatada, lo suyo es simple pasión de magistral narrador oral que sabe que en el detalle está la credibilidad y que toda historia contada se mejora y se empeora, pero las versiones no tienen por qué parecerse absolutamente, obligatoriamente. No existe la historia, existen las historias.
Todo contador de historias sabe que la verosimilitud, la apariencia de verdad de su efímera y personal verdad, a fin de cuentas está en el detalle. No en lo que se dijo, que habría de volverse frase propiedad y uso de eso que llaman la historia, sino en cómo se contó el anillo con una piedra roja falsa que alguien movía con una mano gesticuladora, cómo se habló del color de las botas. El contador de historias sabe que el número exacto es esencial: 321 hombres, 11 caballos y una yegua, 28 de febrero; que la supuesta precisión de la exactitud, así sea falsa, amarra la historia que ha de ser contada, la solidifica, la fija en la galería de lo verdadero de verdad.
Es sabido que no necesariamente las historias más repetidas son las más ciertas; son sólo eso: las más repetidas. Y es conocido y evidente que a lo largo de una vida una persona será muchas personas, con los ecos del que fue cruzándose con el que es, o con el que parece ser.
El que escribe conoce y respeta estas maneras de recuperar el pasado. Pero más allá del respeto, es difícil hacer historia con estos materiales. Optó tanto por tratar de establecer "qué fue realmente lo que pasó", como por dejar muchas veces al lector tomar la decisión, o gozar, como él gozó moverse entre narraciones muchas veces contradictorias. Por eso a lo largo de la historia aparecerán tantas versiones que desafinan en el detalle.
Mientras escribía este libro el narrador sufrió y peleó con este universo de maravillosos cuenteros y "mentirosos" villistas que fueron sacados a patadas de la historia oficial, y regresaron a la historia social y popular por los gloriosos caminos del cuento, la anécdota, la narración oral y la leyenda.
No menos mentirosos fueron sus opositores, pero apelaron y siguen apelando al documento fraudulento, al parte militar que exageraba pero quedaba en el archivo, a la nube de humo que ocultaba, al silencio oficial, a la versión obligatoria, al historiador a sueldo. Mentían desde el poder.
III
El villismo y Villa en particular generan una doble mirada, incluso entre sus admiradores, en el mejor de los casos condescendiente. Una combinación de admiración, repulsión, fascinación, miedo, amor, odio. Para el civilizado (algunas escasas veces) lector del siglo XXI, la venganza social, el furor, el desprecio por la vida propia y ajena, la terrible afinidad con la violencia, desconciertan y espantan. Acercarse a Villa en busca de Robin Hood y encontrarse con John Silver suele ser peligroso. Mucho mejor es narrarlo.
Para aquellos a quienes gustaría que el pasado funcionara como una Biblia, una ruta guía, una lección transparente, un manual para corregir el presente, éste es el libro equivocado. El pasado es esa caótica historia que se lee conflictivamente desde el hoy y obliga al historiador medianamente inteligente a contar y no a juzgar, a no masticar, ordenar y manipular la información para cuadrarla a una hipótesis. Sobre todo, a no censurar. Que el lector asuma la interpretación, el juicio de la historia, la afinidad, el amor o la reprobación. Esa es su responsabilidad. Partamos del supuesto de que Pancho Villa no se merece una versión edulcorada de sí mismo, ni se la merece el que escribe después de haberle dedicado cuatro años de su vida, y no se la merecen desde luego los lectores (...).
Fragmento del capítulo cero del libro Pancho Villa..., que se reproduce con autorización de la editorial y del autor
Aquí se cuenta la vida de un hombre que solía despertarse, casi siempre, en un lugar diferente del que originalmente había elegido para dormir. Tenía este extraño hábito porque más de la mitad de su vida adulta, 17 años de los 30 que vivió antes de sumarse a una revolución, había estado fuera de la ley; había sido prófugo de la justicia, bandolero, ladrón, asaltante de caminos, cuatrero. Y tenía miedo de que la debilidad de las horas de sueño fuera su perdición.
Un hombre que se sentía incómodo teniendo la cabeza descubierta, que habiendo sido llamado en su juventud "el gorra chueca" no solía quitarse el sombrero ni para saludar. Cuando después de años de estar trabajando en el asunto el narrador tuvo la visión de que Villa y sus sombreros parecían inseparables, Martín Luis Guzmán, en El águila y la serpiente, la corroboró: "Villa traía puesto el sombrero (...) cosa frecuente en él cuando estaba en su oficina o en su casa". Para darle sustento científico al asunto el narrador revisó 217 fotografías. En ellas sólo aparece en 20 sin sombrero (y en muchos casos se trataba de situaciones que hacían de la ausencia del sombrero obligación: en una está nadando, en otras cuatro asiste a funerales o velorios, en varias más se encuentra muerto y el sombrero debe de haberse caído en el tiroteo. En las 197 restantes porta diferentes sombreros; los hay stetsons texanos simples, sombreros de charro, gorras de uniforme federal de visera, enormes huaripas norteñas de ancha falda y copa alta, tocados huicholes, sombreros anchos de palma comprimida, texanos de tres pedradas, salacots y gorras de plato de las llamadas en aquellos años rusas. Su amor por el sombrero llegó a tanto que una vez que tuvo que ocultar su personalidad, consiguió un bombín que lo hacía parecer "cura de pueblo".
Esta es la historia de un hombre del que se dice que sus métodos de lucha fueron estudiados por Rommel (falso), Mao Tse Tung (falso) y el subcomandante Marcos (cierto); que reclutó a Tom Mix para la Revolución Mexicana (bastante improbable, pero no imposible), se fotografío al lado de Patton (no tiene mucha gracia, George era en aquella época un tenientillo sin mayor importancia), se ligó a María Conesa, la vedette más importante en la historia de México (falso; trató, pero no pudo) y mató a Ambrose Bierce (absolutamente falso). Que compuso La Adelita (falso), pero lo dice el Corrido de la muerte de Pancho Villa, que de pasada le atribuye también La cucharacha, cosa que tampoco hizo.
Un hombre que fue contemporáneo de Lenin, de Freud, de Kafka, de Houdini, de Modigliani, de Gandhi, pero que nunca oyó hablar de ellos, y si lo hizo, porque a veces le leían el periódico, no pareció concederles ninguna importancia porque eran ajenos al territorio que para Villa lo era todo: una pequeña franja del planeta que va desde las ciudades fronterizas texanas hasta la ciudad de México, que por cierto no le gustaba. Un hombre que se había casado, o mantenido estrechas relaciones cuasimaritales, 27 veces, y tuvo al menos 26 hijos (según mis incompletas averiguaciones), pero al que no parecían gustarle en exceso las bodas y los curas, sino más bien las fiestas, el baile y, sobre todo, los compadres.
Un personaje con fama de beodo que sin embargo apenas probó el alcohol en toda su vida, condenó a muerte a sus oficiales borrachos, destruyó garrafas de bebidas alcohólicas en varias ciudades que tomó (dejó las calles de Ciudad Juárez apestando a licor cuando ordenó la destrucción de la bebida en las cantinas), le gustaban las malteadas de fresa, las palanquetas de cacahuate, el queso asadero, los espárragos de lata y la carne cocinada a la lumbre hasta que quedara como suela de zapato.
Un hombre que cuenta al menos con tres "autobiografías", pero ninguna de ellas fue escrita por su mano.
Una persona que apenas sabía leer y escribir, pero cuando fue gobernador del estado de Chihuahua fundó en un mes 50 escuelas. Un hombre que en la era de la ametralladora y la guerra de trincheras, usó magistralmente la caballería y la combinó con los ataques nocturnos, los aviones, el ferrocarril. Aún queda memoria en México de los penachos de humo del centenar de trenes de la División del Norte avanzando hacia Zacatecas.
Un individuo que a pesar de definirse a sí mismo como un hombre simple, adoraba las máquinas de coser, las motocicletas, los tractores.
Un revolucionario con mentalidad de asaltabancos, que siendo general de una división de 30 mil hombres, se daba tiempo para esconder tesoros en dólares, oro y plata en cuevas y sótanos, en entierros clandestinos; tesoros con los que luego compraba municiones para su ejército, en un país que no producía balas.
Un personaje que a partir del robo organizado de vacas creó la más espectacular red de contrabando al servicio de una revolución.
Un ciudadano que en 1916 propuso la pena de muerte para los que cometieran fraudes electorales, inusitado fenómeno en la historia de México.
El único mexicano que estuvo a punto de comprar un submarino, que fue jinete de un caballo mágico llamado Siete Leguas (que en realidad era una yegua) y cumplió el anhelo de la futura generación del narrador, fugarse de la prisión militar de Tlatelolco.
Un hombre al que odiaban tanto, que para matarlo le dispararon 150 balazos al coche en que viajaba; al que tres años después de asesinarlo le robaron la cabeza, y que ha logrado engañar a sus perseguidores hasta después de muerto, porque aunque oficialmente se dice que reposa en el Monumento a la Revolución de la ciudad de México (esa hosca mole de piedra sin gracia que parece celebrar la defunción de la revolución aplastada por una losa de 50 años de traiciones), sigue enterrado en Parral.
Esta es la historia, pues, de un hombre que contó, y del que contaron muchas veces sus historias, de tantas y tan variadas maneras que a veces parece imposible desentrañarlas.
El historiador no puede menos que observar al personaje con fascinación.
II
En la memoria de los supervivientes las vacas son más grandes, las montañas más altas, las llanuras siempre interminables, el hambre mayor, el agua más escasa, el miedo, apenas un destello fugaz. No exagera el que cuenta, es un problema de las pocas luces del que escucha. El narrador ha tratado de escuchar en medio de este rumor interminable e inmenso que surge del villismo y de la figura de Pancho. Siente que en ocasiones lo ha logrado, no siempre.
José María Jaurrieta, que acompañó a Villa durante su etapa guerrillera durante tres años, dijo: "Si el lector ha pasado una temporada en el campo, especialmente en la noche, cuando es más desesperante la soledad, habrá observado que la fogata tiene el poder supremo de reunir y hacer hablar a los hombres".
Villa contó sus historias centenares de veces en torno de esas fogatas, en las horas muertas durante los viajes en tren, en las interminables cabalgatas. Y otros contaron a otros lo que él les había contado. Y éstos a otros. Y así lo seguimos contando.
Pancho Villa hablaba como si supiera que durante un centenar de años sería sujeto de apasionados amores populares, de enconados odios burgueses y material magistral para novelas que nunca se escribieron. Pero no, lo suyo no es conciencia histórica predatada, lo suyo es simple pasión de magistral narrador oral que sabe que en el detalle está la credibilidad y que toda historia contada se mejora y se empeora, pero las versiones no tienen por qué parecerse absolutamente, obligatoriamente. No existe la historia, existen las historias.
Todo contador de historias sabe que la verosimilitud, la apariencia de verdad de su efímera y personal verdad, a fin de cuentas está en el detalle. No en lo que se dijo, que habría de volverse frase propiedad y uso de eso que llaman la historia, sino en cómo se contó el anillo con una piedra roja falsa que alguien movía con una mano gesticuladora, cómo se habló del color de las botas. El contador de historias sabe que el número exacto es esencial: 321 hombres, 11 caballos y una yegua, 28 de febrero; que la supuesta precisión de la exactitud, así sea falsa, amarra la historia que ha de ser contada, la solidifica, la fija en la galería de lo verdadero de verdad.
Es sabido que no necesariamente las historias más repetidas son las más ciertas; son sólo eso: las más repetidas. Y es conocido y evidente que a lo largo de una vida una persona será muchas personas, con los ecos del que fue cruzándose con el que es, o con el que parece ser.
El que escribe conoce y respeta estas maneras de recuperar el pasado. Pero más allá del respeto, es difícil hacer historia con estos materiales. Optó tanto por tratar de establecer "qué fue realmente lo que pasó", como por dejar muchas veces al lector tomar la decisión, o gozar, como él gozó moverse entre narraciones muchas veces contradictorias. Por eso a lo largo de la historia aparecerán tantas versiones que desafinan en el detalle.
Mientras escribía este libro el narrador sufrió y peleó con este universo de maravillosos cuenteros y "mentirosos" villistas que fueron sacados a patadas de la historia oficial, y regresaron a la historia social y popular por los gloriosos caminos del cuento, la anécdota, la narración oral y la leyenda.
No menos mentirosos fueron sus opositores, pero apelaron y siguen apelando al documento fraudulento, al parte militar que exageraba pero quedaba en el archivo, a la nube de humo que ocultaba, al silencio oficial, a la versión obligatoria, al historiador a sueldo. Mentían desde el poder.
III
El villismo y Villa en particular generan una doble mirada, incluso entre sus admiradores, en el mejor de los casos condescendiente. Una combinación de admiración, repulsión, fascinación, miedo, amor, odio. Para el civilizado (algunas escasas veces) lector del siglo XXI, la venganza social, el furor, el desprecio por la vida propia y ajena, la terrible afinidad con la violencia, desconciertan y espantan. Acercarse a Villa en busca de Robin Hood y encontrarse con John Silver suele ser peligroso. Mucho mejor es narrarlo.
Para aquellos a quienes gustaría que el pasado funcionara como una Biblia, una ruta guía, una lección transparente, un manual para corregir el presente, éste es el libro equivocado. El pasado es esa caótica historia que se lee conflictivamente desde el hoy y obliga al historiador medianamente inteligente a contar y no a juzgar, a no masticar, ordenar y manipular la información para cuadrarla a una hipótesis. Sobre todo, a no censurar. Que el lector asuma la interpretación, el juicio de la historia, la afinidad, el amor o la reprobación. Esa es su responsabilidad. Partamos del supuesto de que Pancho Villa no se merece una versión edulcorada de sí mismo, ni se la merece el que escribe después de haberle dedicado cuatro años de su vida, y no se la merecen desde luego los lectores (...).
Fragmento del capítulo cero del libro Pancho Villa..., que se reproduce con autorización de la editorial y del autor
Diario de guerra
José Agustín Ortiz Pinchetti
En la víspera
19 de noviembre de 2006. A 140 días de las fatídicas elecciones de 2006, en la víspera de que AMLO asuma como presidente legítimo ante una multitud, y a 10 de que intente hacerlo en el recinto oficial Felipe Calderón, la situación política sigue incierta y cada vez más oscura. Como dice Ignacio Marván: "sólo quien no conozca la política sabe cómo va a terminar esto".
En esta hora subsisten dos versiones distintas de lo que sucedió en las elecciones presidenciales. El PAN y sus aliados (que no se atreven a decir que las elecciones fueron limpias, magníficas) se atrincheran en el formalismo: el Tribunal Federal Electoral debe ser obedecido y AMLO y sus partidarios deben someterse. Pero, para millones, la elección fue un largo proceso fraudulento inequitativo y parcial. Ambas posturas siguen enfrentadas. Calderón y su gente suponen que en cuanto tomen el poder, la inercia de las instituciones mexicanas les permitirá consolidarse.
Andrés Manuel ha logrado un triunfo abrumador, si se toma en cuenta que a pesar de la derrota formal y el cerco informativo, es hoy el líder político más importante del país. Sus detractores y defensores, y toda la opinión pública, centran su atención en él. El pone la agenda y es blanco de críticas feroces y de alabanzas encendidas. El problema para Calderón no es que AMLO y su grupo digan que son el gobierno legítimo, sino que millones piensen lo mismo y aclamen al ex candidato como tal.
AMLO ha resistido el peor ataque, el más calumnioso y feroz que político alguno haya sufrido desde la época de Juárez. A pesar de los costos de la resistencia civil y del ataque concertado de los medios electrónicos, mantiene cerca de 30 por ciento de aceptación.
Calderón, en cambio, aunque los personajes del PRI y la oligarquía lo reconocen como presidente, no puede sentirse tranquilo. No parece presidente, no ha dado el "estirón", no ha demostrado hasta hoy sensibilidad política. Tendrá que pagar innumerables facturas de sus cómplices. Calderón va a encontrarse con un país resquebrajado por 24 años de estancamiento, por el pésimo gobierno de Fox y por la forma en que terminaron las elecciones. Cometió el peor error de su vida política al negarse al recuento de votos. Subirá con la sospecha de que "ganó" con trampas. Como si fuera poco, el conflicto de Oaxaca, el más grave y peligroso desde 1968, no está resuelto.
AMLO ha logrado un triunfo implícito. Cualquiera que quisiera hacer política en grande tendrá que vérselas con él. Los daños del 2 de julio parecen irse absorbiendo poco a poco. En todos los estados donde ha hecho de nuevo giras, ha sido recibido por una multitud que no sólo lo vitorea como presidente, sino que está dispuesta a seguirlo y a presionar sobre el nuevo gobierno panista. No será fácil levantar el movimiento que pretende implantar en los 2 mil 500 municipios del país, pero los vaticinios del agotamiento del antiguo jefe de Gobierno no se han cumplido y, seguramente, no se cumplirán.
En la víspera
19 de noviembre de 2006. A 140 días de las fatídicas elecciones de 2006, en la víspera de que AMLO asuma como presidente legítimo ante una multitud, y a 10 de que intente hacerlo en el recinto oficial Felipe Calderón, la situación política sigue incierta y cada vez más oscura. Como dice Ignacio Marván: "sólo quien no conozca la política sabe cómo va a terminar esto".
En esta hora subsisten dos versiones distintas de lo que sucedió en las elecciones presidenciales. El PAN y sus aliados (que no se atreven a decir que las elecciones fueron limpias, magníficas) se atrincheran en el formalismo: el Tribunal Federal Electoral debe ser obedecido y AMLO y sus partidarios deben someterse. Pero, para millones, la elección fue un largo proceso fraudulento inequitativo y parcial. Ambas posturas siguen enfrentadas. Calderón y su gente suponen que en cuanto tomen el poder, la inercia de las instituciones mexicanas les permitirá consolidarse.
Andrés Manuel ha logrado un triunfo abrumador, si se toma en cuenta que a pesar de la derrota formal y el cerco informativo, es hoy el líder político más importante del país. Sus detractores y defensores, y toda la opinión pública, centran su atención en él. El pone la agenda y es blanco de críticas feroces y de alabanzas encendidas. El problema para Calderón no es que AMLO y su grupo digan que son el gobierno legítimo, sino que millones piensen lo mismo y aclamen al ex candidato como tal.
AMLO ha resistido el peor ataque, el más calumnioso y feroz que político alguno haya sufrido desde la época de Juárez. A pesar de los costos de la resistencia civil y del ataque concertado de los medios electrónicos, mantiene cerca de 30 por ciento de aceptación.
Calderón, en cambio, aunque los personajes del PRI y la oligarquía lo reconocen como presidente, no puede sentirse tranquilo. No parece presidente, no ha dado el "estirón", no ha demostrado hasta hoy sensibilidad política. Tendrá que pagar innumerables facturas de sus cómplices. Calderón va a encontrarse con un país resquebrajado por 24 años de estancamiento, por el pésimo gobierno de Fox y por la forma en que terminaron las elecciones. Cometió el peor error de su vida política al negarse al recuento de votos. Subirá con la sospecha de que "ganó" con trampas. Como si fuera poco, el conflicto de Oaxaca, el más grave y peligroso desde 1968, no está resuelto.
AMLO ha logrado un triunfo implícito. Cualquiera que quisiera hacer política en grande tendrá que vérselas con él. Los daños del 2 de julio parecen irse absorbiendo poco a poco. En todos los estados donde ha hecho de nuevo giras, ha sido recibido por una multitud que no sólo lo vitorea como presidente, sino que está dispuesta a seguirlo y a presionar sobre el nuevo gobierno panista. No será fácil levantar el movimiento que pretende implantar en los 2 mil 500 municipios del país, pero los vaticinios del agotamiento del antiguo jefe de Gobierno no se han cumplido y, seguramente, no se cumplirán.
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