lunes, 12 de noviembre de 2007

La irremediable decadencia de la monarquía española

Higinio Polo
Rebelión



Ante los incidentes de la XVII cumbre iberoamericana, la complaciente prensa española se ha apresurado a centrar la responsabilidad por el enfrentamiento entre los representantes de España y Venezuela en las palabras del presidente venezolano, pasando de puntillas por el deslucido y zafio papel de Juan Carlos de Borbón. Todos los periódicos españoles de corte han cerrado filas para defender al monarca, llegando los editorialistas de El País a considerar que Juan Carlos de Borbón “estuvo en su papel”, aunque se traicionaban después al mostrar su preocupación por los continuos incidentes que protagoniza, mostrando su deseo de que “la figura del rey no debería estar por más tiempo en el primer plano político.”

Sin embargo, pese a la insistencia de esa prensa cortesana, para España lo más relevante de la cumbre iberoamericano no han sido las acusaciones del presidente venezolano Chávez al expresidente español José María Aznar. Lo que debería hacer reflexionar a los ciudadanos son las duras acusaciones que hicieron los representantes de varios países a las empresas españolas y a determinados comportamientos de su diplomacia. Porque, por ejemplo, está demostrado que la embajada española en Caracas recibió, en 2002, instrucciones precisas del presidente Aznar para apoyar el golpe de Estado en Venezuela, en connivencia con Washington. Lo que debería preocupar en España son las palabras de Daniel Ortega, acusando a la diplomacia española de interferir en los procesos electorales de Nicaragua, y de colaborar con la derecha de ese país para evitar el triunfo electoral del Frente Sandinista. Como debería ser motivo de gran preocupación las denuncias realizadas contra Unión Fenosa, acusada de utilizar métodos gansteriles en América Latina. Y debería preocupar que el presidente Néstor Kirchner haya criticado con suma dureza el irresponsable proceder de las empresas españolas en Argentina. Porque lo relevante del enfrentamiento de Santiago de Chile es que muestra el progresivo distanciamiento entre una parte importante de América Latina y España, por la avidez y la rapiña de las empresas españolas. Pero sobre todo eso, la prensa española ha pasado hasta ahora de puntillas.

La apresurada recopilación hecha en España, en varias cadenas de televisión, uniendo arbitrariamente algunas intervenciones de Chávez con la intención de presentarlo como un dirigente pendenciero, choca con la extrema amabilidad con que se ha tratado a otros presidentes, empezando con Bush y acabando con José María Aznar. Esa prensa española, que se rasga las vestiduras ante el calificativo de “fascista” lanzado por Chávez a Aznar, no respondió de igual forma cuando éste insultó a Chávez, como recordó en la cumbre chilena el vicepresidente cubano Carlos Lage. Aznar ha llamado a Chávez “nuevo dictador”, ha hablado de una supuesta “vuelta al nazismo”, ha denunciado el “enorme peligro para América Latina” que supone Venezuela, ha acusado al presidente venezolano de ser un defensor del “abuso, la tiranía y el empobrecimiento”, entre otras muchas expresiones semejantes. Aznar, además, apoyó un golpe de Estado para derribar a Chávez e instaurar una dictadura militar. Ante todo eso, ¿cómo espera la prensa española que califique el presidente venezolano a Aznar?

Esa era la realidad en Santiago de Chile, y, ante ella, Juan Carlos de Borbón pretendió hacer callar a Chávez. ¿Por qué se sintió ofendido Juan Carlos de Borbón ante las críticas de Chávez a Aznar? ¿Cómo cree el monarca que debe calificarse a un expresidente que apoyó un golpe militar para destruir las instituciones democráticas venezolanas? ¿Por qué sintió como un ataque la descripción del vergonzoso comportamiento de las multinacionales españolas en América Latina, denunciadas no sólo por Chávez, sino también por Correa, el presidente de Ecuador; por el nicaragüense Ortega y el boliviano Morales, e incluso por un presidente tan moderado como el argentino Kirchner?

Porque lo más relevante de la escena de Santiago de Chile no fue el lenguaje más o menos diplomático de los participantes en la reunión, lo trascendente no fue la pasión o los calificativos utilizados, aunque retumben ahora en unas reuniones que con frecuencia se han desarrollado bajo montañas de palabras llenas de retórica vacía, y entre los parabienes, besamanos y lisonjas a los que tan aficionado es Juan Carlos de Borbón, acostumbrado a que, en España, todos le rían las gracias. Lo relevante es la distancia, que se ensancha, entre una América Latina que, con justicia, quiere salir de la pobreza y unas empresas que, como hizo el monarca, se comportan con maneras de matón de taberna.

¿Porque, quién se ha creído que es Juan Carlos de Borbón para actuar como lo hizo? ¿Acaso cree que tiene autoridad sobre los presidentes y los pueblos de América Latina? ¿Tal vez se ha creído su propia leyenda, inventada por los servicios de la incalificable Casa Real, que sigue insistiendo en el gran prestigio de Juan Carlos de Borbón? Para empezar, el monarca español era el único jefe de Estado presente en la cumbre chilena que no ha sido elegido por su pueblo. El propio Rodríguez Zapatero, que insistía en la defensa de Aznar con el argumento de que había sido elegido democráticamente en su día, se traicionaba, puesto que tenía a su lado a Juan Carlos de Borbón, de quien no recordó lo mismo.

El gesto airado de Juan Carlos de Borbón intentando hacer callar al presidente venezolano, usurpando las funciones de quien presidía la sesión, hablando fuera de tono, y auséntandose después de la sala con manifiesta mala educación y falta de cintura diplomática, en el momento preciso en que se criticaba la actuación de las multinacionales españolas, muestra la verdadera condición de este monarca, no en vano forma parte de esos círculos empresariales que le han financiado caprichos vergonzosos. Acostumbrado a que le rían las gracias, las bromas chocarreras, los comentarios insulsos, ese “excelente profesional”, como le definen sus aduladores, se ha revelado como un individuo sin modales, que se siente molesto cuando se denuncian las prácticas corruptas de las empresas españolas en América.

La incompetencia y grosería mostrada por Juan Carlos de Borbón, cuyo rostro tras el incidente delataba su incomodidad, la inocultable vergüenza, es la enésima muestra de que España no puede soportar por más tiempo a un jefe de Estado semejante, que los españoles merecen tener una república entre otras, abandonando ya la pesada herencia del franquismo, impuesta a los ciudadanos hace ya treinta años. Porque esa actitud suya no es nueva. ¿No se recuerda acaso el gesto del monarca levantando el índice en un desagradable gesto chulesco ante la protesta de ciudadanos en el País Vasco? ¿No se recuerdan sus groserías previas al desfile de octubre? Ése es el monarca español, complaciente con la gran empresa, envuelto en turbios negocios que le aseguran rentas millonarias, despreocupado con los problemas reales de los españoles, un hombre que dedica casi todo su tiempo a sus relajos privados, impasible ante la corrupción que gangrena a España. Juan Carlos de Borbón, tan complaciente con Bush o con los reyes de Arabia o de Marruecos, es incapaz de decirle al presidente norteamericano la más mínima palabra contraria a la infame agresión contra Iraq que ha causado centenares de miles de muertos, pero pierde, sin embargo, los papeles ante una fundada acusación contra un expresidente español.

La deplorable y patética escena representada por el monarca, perdiendo los estribos, es una prueba más de que España no debe continuar soportando una monarquía antidemocrática e inútil, aunque los ciudadanos del país no deben sentirse avergonzados, porque Juan Carlos de Borbón no los representa. Quienes han hecho de la adulación al monarca español un apostolado y un negocio, pontificando sobre el “benéfico papel” que Juan Carlos de Borbón tiene como representante de España, pueden comprobar ahora que ese monarca apenas sirve para otra cosa que para intercambiar bromas irrelevantes en reuniones y para mantener a toda su familia a costa del presupuesto público, y que, además, se comporta como un bocazas de taberna. Los tiempos están cambiando, porque, aunque lo lamente el editorialista de El País, cuando están empezando a quebrarse todos los muros construidos para sostener la gran mentira de una monarquía impuesta, estamos asistiendo también a la irremediable decadencia de Juan Carlos de Borbón y al anuncio de la III República española.

Higinio Polo es licenciado en Geografía e Historia y Doctor en Historia contemporánea por la Universidad de Barcelona. Ha publicado numerosos trabajos y ensayos sobre cuestiones políticas y culturales, y colabora habitualmente en medios como la revista El Viejo Topo, el periódico Mundo Obrero y Rebelión.

domingo, 4 de noviembre de 2007

"La prensa dominante es una amenaza para la democracia"

Ida Garberi
Rebelión

El más brillante, apasionado y joven estudioso de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, el investigador de origen franco-argelino de la universidad Denis-Diderot de París, Salim Lamrani, participó en el IX Encuentro Internacional de los Economistas sobre la Globalización y los Problemas del Desarrollo en La Habana. Allí, tuve la oportunidad de conocerlo y entrevistarlo.

Su currículum impresiona. Ya cuenta con libros, decenas de artículos y numerosas investigaciones publicados, como pudiera tener cualquier profesor universitario con experiencia. Cuba face a l’Empire: Propagande, guerre économique et terrorisme d’Etat (Outremont, Lanctôt, 2005) y Terrorismo de Estados Unidos contra Cuba. El caso de los Cinco (Editorial José Martí, La Habana, 2005), son los libros que tiene en su haber este inquieto investigador. Sólo en el diario digital Rebelión, hasta la fecha ha publicado casi 200 artículos, regularmente traducidos al inglés, portugués, francés, alemán e italiano. Habla correctamente cinco idiomas y, lo más sorprendente es que tiene sólo 27 años.

Salim, ¿Qué te inspiró a ocuparte de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos?

Cuando tuve unos 17 ó 18 años leí un libro del autor norteamericano Howard Zinn, profesor de la universidad de Boston. En el texto titulado Historia del pueblo americano, el escritor afronta el problema de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos a partir de la guerra hispanoamericana del 1898, cuando España fue obligada a abandonar la isla caribeña.
La tesis central del breve análisis histórico realizado por el politólogo estadounidense es que, a partir de aquel acontecimiento bélico, los EE.UU. inauguraron una constante y progresiva política imperialista, conscientemente orientada a defender los intereses expansionistas de su industria y su comercio.

Siguiendo luego los acontecimientos que acompañaron la victoria de la Revolución cubana en 1959, me di cuenta de que la situación se hizo cada vez más dramática y difícil con el cursar del tiempo. Me convencí de que cualquier persona que conoce la verdad sobre Cuba tiene el deber moral de difundirla. Y aún más, quien tiene una posición privilegiada como la mía, por ser un profesor, “un intelectual”, aunque no me gusta definirme como tal debe hacerlo.

Ser académico me ha dado la oportunidad de comunicarme con los estudiantes, con los jóvenes, muchas veces engañados con la supuesta libertad de prensa que tenemos en Europa. Los motivo a informarse y a conocer esta terrible guerra que los Estados Unidos mantiene contra Cuba desde el mismo triunfo revolucionario.

Te ocupas principalmente del terrorismo de los Estados Unidos contra Cuba. ¿Cómo conociste el caso de los Cinco cubanos prisionero del imperio?

Leo cuanto libro o documento interesante encuentro, también paso muchas horas buscando trabajos sobre esta temática en internet. En 2002, en algún sitio electrónico conocí sobre esta gran injusticia, no sólo por el proceso que han padecido, que calificaría como una vergonzosa farsa, sino también por la censura absoluta de la gran prensa, cómplice total de lo que ha ocurrido.

En este momento, ¿Cómo ves a la prensa francesa? ¿Cómo se aplica a Francia la llamada “libertad de prensa”?

En Francia existe una real censura del pensamiento. Particularmente, no tengo acceso a los grandes medios de comunicación, puedo decirte que creo que después de Miami, probablemente París, Francia en general, sea el lugar menos indicado para hablar de Cuba.

Adoptan el mismo sistema de los Estados Unidos. Por ejemplo, a Posada Carriles que es un terrorista, los medios galos lo califican de militante anti-castrista.

En cambio, a los Cinco cubanos se les llaman terrorista a pesar de que los fiscales no tenían ninguna prueba contra ellos.
Estos Cinco hombres trataban de evitar nuevas atrocidades contra Cuba, nuevos atentados que habrían dejado más víctimas inocentes, sin embargo no investigaban dentro de los secretos del Estado, sino infiltrados en los grupos contrarrevolucionarios de Miami.

Claro, que si los EE.UU. hablan de conspiración tratándose de las organizaciones anticubanas, tienen que admitir públicamente que esos grupos son parte integrante del Departamento de Estado norteamericano, para que la acusación tenga algún sentido jurídico. A pesar de eso, fueron sancionados a penas duras, a lo que se suma que las sentencias hablan de conspiración, es decir se condena el pensamiento de los acusados.

Reporteros sin Fronteras son los principales responsables de las mentiras sobre Cuba que se publican cotidianamente en Francia. El presidente vitalicio de esa organización, Robert Ménard, recibe sueldos millonarios de la CIA (Central Intelligence Agency, en inglés) y de las multinacionales reaccionarias por escribir contra Cuba, con lo que demuestran que sí tienen fronteras y ¡bien definidas!

Este parisino se enfadó mucho por un artículo mío publicado en la Red Voltaire que lo desenmascaró. Ménard pretendió que el sitio web le dejara publicar su réplica, pero cuando yo le contesté preguntándole si podía publicar mis palabras en sus medios de prensa me dio una decidida respuesta de rechazo.

¿Por qué el gran capital económico y financiero invierte en el mundo de la prensa que es un sector sumamente deficitario?

Es económicamente absurdo, pero ideológicamente es súper eficiente. El objetivo de esos inversionistas no es generar ganancias sino controlar el pensamiento y reducir el marco convencional del debate “democrático” permitido, marco que se vuelve cada vez más totalitario y superficial. Es totalitario en la medida en que no acepta los pensamientos alternativos, y superficial porque los análisis sobre estas maneras de pensar se quedan en la epidermis.

En realidad, lo que se suele llamar “prensa internacional y democrática” es un mundo tiránico y reaccionario que ya no es el cuarto poder encargado de denunciar los desmanes de los poderes legislativos, ejecutivos o judicial.
Ahora, el mundo de la prensa responde a la agenda de grupos privilegiados y defiende los intereses de las elites económicas y políticas. Por ello, se puede decir con toda objetividad que la prensa dominante es una amenaza para la democracia.

¿Y la televisión, en Francia, no es más independiente?

Absolutamente no. Hace poco la cadena televisiva France 5 me invitó a un debate, y cuando pregunté con quién debía dividir el programa de una hora, me doy cuenta de que tenía que compartir los pocos minutos con tres bien conocidos personajes de la derecha, todo con conexiones con la fundación cubano-americana de Miami.

Por supuesto no acepté. Sólo habría sido una matanza, donde yo no habría tenido ninguna posibilidad de palabra. Contesté a los encargados del espacio que iría a su programa cuando me dieran una hora sólo para mí y un periodista, cuando pudiera tener derecho a la réplica de las preguntas que me harían.

Me imagino que tan joven estés enfrascado en un cúmulo de proyectos…

En abril próximo, volveré a Estados Unidos donde realizaré una gira por varias Universidades norteamericanas con el fin de divulgar más la realidad del caso de los Cinco. Esta vez estaré en California, Los Angeles, Okland y otras localidades.
En el recorrido me acompañarán Saul Landau, Michael Parienti, Peter Philips del Proyecto Censura, y probablemente Howard Zinn y Gore Vidal.

¿Qué opinión tienes de la política de la Unión Europea hacia Cuba?

La política de la Unión Europea (UE) contra Cuba está destinada al fracaso. Como los EE.UU., al único país del mundo que la UE vitupera y condena con sanciones es a Cuba, hecho que aún me hace más incomprensible la posición de Bruselas.

¿Por qué se une Bruselas de modo casi devoto a la posición estadounidense?

Efectivamente, es difícil concebir que una potencia tan importante como la Europa de los 27 se alinea en un modo tan dócil y disciplinado con la política exterior de Washington, contra el pequeño archipiélago del Caribe.

Te recuerdo que en julio del 2003 se aplicaron sanciones diplomáticas y políticas contra Cuba, y ya el 12 de junio de 2006 la Unión Europea confirmó que pretende derrocar el gobierno cubano, anunciando el apoyo al cambio en Cuba, so pretexto de la “violación de los derechos humanos” y “que está preocupada por el hecho de que el gobierno cubano haya dado una marcha atrás en las reformas que llevaron a una tímida “apertura”.

No puedo pretender dar lecciones en temas de derechos humanos a la UE, pero puedo citarte las denuncias de la organización Amnistía Internacional, que subrayan como varios de los países miembros de ese bloque tienen imputaciones de violaciones en 22 de los párrafos que se miden, mientras que Cuba no aparece en ninguno.

¿Cómo puede Europa alinearse contra la voluntad del 70 por ciento de la población mundial, que agrupada en el Movimiento de los Países No Alineados, eligió al presidente cubano, Fidel Castro, como líder que lo representa? Yo espero que en los próximos meses la UE pueda retractarse, y cuando se reúna el Consejo de Europa pueda mejorar su posición hacia Cuba y América Latina.

¿Cuál sería tu mensaje para Francia y para Europa en relación desde el archipiélago caribeño?

Espero que la UE deje de ser tan servil y obediente a la política de Washington.

En efecto, hay un lenguaje que los cubanos no son capaces de entender: Se trata del lenguaje de la presión, el chantaje, la coacción, la intimidación, la fuerza y la amenaza.

Desde 1959, Cuba jamás ha cedido a este tipo de procedimientos y nunca cederá. La UE y Estados Unidos deben entender esta realidad. Los ultimátum no sirven para nada, salvo para radicalizar el proceso revolucionario cubano, y la historia de estos últimos cincuenta años es edificante en ese sentido.

Los cubanos jamás han aceptado que se pisoteen su soberanía y su independencia que les costaron tantos sacrificios.
Por esta razón la actual política de la UE está condenada al fracaso. La capitulación frente a los poderosos sólo lleva al deshonor pues es el rechazo de la injusticia lo que hace la grandeza de las naciones.

Por eso Cuba es un país de gigantes.

* Ida Garberi es responsable del sitio web en italiano de Prensa Latina

Intervención del Diputado Gerardo Fernandez Noroña