México SA
Gobierno y legisladores, mayordomos del gran capital
El mal mayor
Empresarios se dan el gran festín fiscal
Carlos Fernández-Vega
En este bello paraíso corporativo que es México, 60 consorcios que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores adeudan al fisco 232 mil millones de pesos en impuestos diferidos, monto equivalente al presupuesto conjunto que el gobierno federal pretende destinar en 2010 a las secretarías de Salud, Desarrollo Social y Energía, más el considerado para ciencia y tecnología, por medio del Conacyt. Para todo eso, y aún sobran 5 mil millones de pesos. Si se prefiere, dicho adeudo tributario –que se mantiene con la complacencia del propio calderonato y legisladores que lo acompañan– es similar a los dineros públicos que en igual se canalizarían a las secretarías de Educación Pública y Seguridad, con un remanente cercano a 5 mil millones.
De ese tamaño es el hueco fiscal permitido por quienes, se supone, deberían cuidar los intereses nacionales, pero que en la práctica se han convertido en vergonzantes mayordomos del gran capital. Ayer en este mismo espacio detallamos nombres y cantidades de los corporativos que cómodamente difieren el pago de impuestos con la anuencia del Ejecutivo y el Legislativo, cuyos integrantes cómodamente se recargan en una población cada vez más deteriorada en sus niveles de ingreso y bienestar. Total, apechuga sin reclamar.
No hay sorpresas en el inventario de consorcios que adeudan 232 mil millones de pesos al fisco. Todos cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, y sus cabezas visibles se rozan con el supuesto poder público y suelen ser generosos en el financiamiento de campañas políticas, especialmente aquellas con miras a la residencia oficial, adonde, haiga sido como haiga sido, llegan sus entenados. Por ello, entre los planes del inquilino de Los Pinos y los muchachos de San Lázaro y Xicoténcatl no está el terminar con esta relación perversa.
Con el adeudo fiscal de siete corporativos que cotizan en la BMV (cuyos propietarios son Carlos Slim, Lorenzo Zambrano y Germán Larrea, orgullosamente Forbes) se podría cubrir íntegramente el presupuesto federal que en 2010 se destinaría a las secretarías de Desarrollo Social y Energía, o el correspondiente a Salud, más Conacyt y la mitad del canalizado a Seguridad Pública (algo así como 120 mil millones de pesos), sectores que se enmarcan en la más alta prioridad (Calderón dixit) de los planes gubernamentales.
Así, no sorprende que en el citado inventario de consorcios morosos aparezca, por ejemplo, Coppel, uno de los corporativos de mayor estima para Felipe Calderón, toda vez que su cabeza visible, Enrique Coppel Luken, fue uno de los promotores del voto a su favor. Pues bien, al cierre del tercer trimestre de 2009 esta democrática cadena de supermercados adeuda al fisco 3 mil 915.2 millones de pesos, dinero que serviría para cubrir íntegramente el presupuesto 2010 para la Secretaría del Trabajo, y todavía sobrarían 146 millones.
Altos Hornos de México, una paraestatal privatizada por el salinato (1991), presidida por Alonso Ancira, pariente político de Cecilia Occelli –ex esposa de Carlos Salinas– adeuda al fisco 6 mil 666 millones de pesos, monto más que suficiente para cubrir íntegramente el presupuesto de la Secretaría de la Reforma Agraria y 75 por ciento del asignado a la Secretaría de Turismo (ambas supuestamente en extinción por carecer de recursos). En este renglón podría sumarse al Grupo Simec, dedicado a la fabricación de productos de acero que preside Rufino Vigil González, con un adeudo al fisco por 4 mil 218.85 millones, es decir 140 por ciento del presupuesto de la propia Secretaría de Turismo.
Las empresas constructoras que cotizan en la BMV se han dado vuelo con eso de los impuestos diferidos. Consorcio Ara, presidido por Germán Ahumada Russek, adeuda al fisco mil 877.3 millones; Corporación GEO, encabezada por Luis Orvañanos Lascurain, 3 mil 305.53 millones; Grupo GICSA, a cargo de Elías Cababie Daniel, mil 60 millones; Sare, de Dionisio Sánchez Carbajal, 829 millones; Homex, que tiene al frente a Eustaquio Tomás de Nicolás Gutiérrez, 4 mil 631.96 millones, y Urbi Desarrollos Urbanos, con Cuauhtémoc Pérez Román en primer plano, 4 mil 506.8 millones. En total, 16 mil 210.59 millones de pesos, cantidad suficiente para cubrir íntegramente el presupuesto 2010 para ciencia y tecnología, o si se prefiere (ojo San Lázaro y Xicoténcatil) el 160 por ciento del presupuesto considerado para el Poder Legislativo (cámaras de Diputados y Senadores) en el mismo año. Lo anterior sin considerar a ICA, referida en la entrega de ayer, que mantiene un adeudo fiscal por 2 mil 351.18 millones de pesos.
A lo anterior se suman los impuestos diferidos por las empresas de materiales para la construcción que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores, como el Grupo Cementos de Chihuahua, subsidiaria de Cemex, que preside Federico Terrazas Torres, con un adeudo de mil 525.7 millones de pesos; Corporación Moctezuma, con Enrico Buzzi a la cabeza, 825 millones; Grupo Lamosa, a cargo de Federico Toussaint Elosúa, 712.5 millones, e Internacional de Cerámica, de Óscar Almeida Chabré, 490 millones. En total, 3 mil 552.2 millones, suficientes para cubrir dos veces el presupuesto 2010 considerado para la Presidencia de la República.
En fin, en la relación de adeudos por impuestos aparecen Embotelladoras Arca, que preside Manuel L. Barragán Morales, con mil 855.86 millones de pesos, y en el mismo sector Grupo Continental, con Cynthia H. Grossman a la cabeza, con 596.46 millones, y Grupo Embotelladoras Unidas, a cargo de Juan Gallardo Thurlow, con 408 millones; Grupo Aeroportuario del Sureste, con Fernando Chico Pardo a la cabeza, 2 mil 7.13 millones, y Grupo Aeroportuario Centro-Norte, de Bernardo Quintana Isaac (también presidente de ICA, otra deudora), con mil 129.73 millones; Corporación Durango, de Miguel Rincón Arredondo, 2 mil 443.65 millones; Grupo Gigante, de Ángel Lozada, mil 575.99 millones; Sears, de Carlos Slim, mil 531.58 millones; Ferromex, de Germán Larrea, 755.8 millones; y Mexichem, del ex presidente de los banqueros Antonio del Valle Ruiz, mil 227.9 millones. Lo anterior, sin incluir corporativos del sector financiero, que para eso se pintan solos.
Las rebanadas del pastel
¡Qué festín! Prácticamente todos los citados aparecen entre los 100 empresarios más importantes de México (revista Expansión), es decir, con los mejores negocios y las mayores fortunas. Que no hay dinero, dicen por allí, y que por lo mismo algunos legisladores aseguran que se optó por el mal menor a la hora de aprobar la Ley de Ingresos, pero en los hechos es el mal mayor, en la medida en que no se atrevan a enderezar las cosas. Si no reaccionan, todo seguirá igual, incluido el shock de las finanzas públicas y el saqueo a los mexicanos de a pie.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
EL CONTENIDO DE LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS EN ESTE BLOG, Y lA LUCHA DEL PUEBLO POR ALCANZAR LA JUSTICIA Y LA DEMOCRACIA EN MÉXICO, SON EN HOMENAJE A ESTE HOMBRE PATRIÓTICO QUE LUCHÓ Y DIÓ SU VIDA POR LA PATRIA. !QUE VIVA PANCHO VILLA!
miércoles, 4 de noviembre de 2009
domingo, 23 de agosto de 2009
Capitalismo estilo Sarah Palin
Estamos en una época progresista, una época en la cual el suelo se mueve debajo de nuestros pies, y cualquier cosa es posible. Lo que hace un año considerábamos que era inimaginable decir y esperar, ahora es posible. En tiempos como éstos, es esencial que tengamos la mayor claridad posible acerca de qué queremos, porque en una de esas lo conseguimos. Así que las apuestas son elevadas.
Hoy en día, en los discursos normalmente hablo sobre el rescate (bancario). Todos necesitamos entenderlo porque se está llevando a cabo un robo, el mayor atraco en la historia monetaria. Pero hoy quisiera abordarlo de otro modo: ¿qué tal que el rescate sí funcione, qué tal que sí salvan al sector financiero y la economía regresa al curso que llevaba antes de que estallara la crisis? ¿Es eso lo que queremos? ¿Y cómo se vería ese mundo?
La respuesta es que se vería como Sarah Palin. Escuchen mis argumentos, no es un chiste. Creo que no hemos prestado suficiente atención al significado del momento Palin. Piénsenlo: Se subió al escenario mundial como candidata vicepresidencial el 29 de agosto, con mucha fanfarria, en un mitin de campaña de McCain. Exactamente dos semanas después, el 14 de septiembre, Lehman Brothers colapsó, y desencadenó el derrumbe financiero global.
Así que de cierta manera Palin fue la última expresión clara del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de que todo se viniera abajo. Eso es bastante útil porque nos mostró –a su manera, llana, campechana– la trayectoria por la cual iba la economía estadunidense antes del actual colapso. Al ofrecernos este vistazo al futuro que apenas evitamos, Palin nos da la oportunidad de plantear una pregunta esencial: ¿Queremos ir ahí? ¿Queremos salvar ese sistema pre crisis, regresarlo a donde estaba el pasado septiembre? ¿O queremos utilizar esta crisis y el mandato electoral de hacer un cambio en serio que se obtuvo en la pasada elección, para transformar radicalmente ese sistema? Ya debemos tener clara nuestra respuesta porque no hemos tenido la potente combinación de una crisis seria y un claro mandato democrático progresista por un cambio desde los años 30. Usamos esta oportunidad o la perdemos.
Así que, ¿qué nos estaba diciendo Sarah Palin acerca del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de que el colapso la interrumpiera de modo tan grosero? Primero recordemos que antes de que llegara, el público estadunidense, al fin, estaba comenzando a aceptar la urgencia de la crisis climática, el hecho de que nuestra actividad económica está en guerra contra el planeta, que hace falta de inmediato un cambio radical. De verdad estábamos teniendo esa conversación: los osos polares estaban en la cubierta de la revista Newsweek. Y luego, hizo su aparición Sarah Palin. La esencia de su mensaje fue: esos ecologistas, esos liberales, esos hacedores-de-bien están equivocados. No tienes que cambiar nada. No tienes que repensar nada. Sigue conduciendo tu coche que se chupa la gasolina, sigue yendo a Wal-Mart y compra todo lo que quieras. La razón de esto es un lugar mágico llamado Alaska. Simplemente vengan y llévense todo lo que quieran. Estadunidenses, dijo durante la Convención Nacional Republicana, “necesitamos producir más de nuestro propio petróleo y gasolina. Se los dice una chica que conoce el North Slope of Alaska: tenemos un montón de ambos”.
Y la gente en la convención respondió, coree y coree: Taladra, nena, taladra. Al mirar esa escena en televisión, con esa extraña y espeluznante mezcla de sexo, petróleo y patrioterismo, recuerdo haber pensado: Guau, la convención se transformó en un mitin en favor de chingarse al planeta Tierra. Literalmente.
Pero lo que Palin decía implicaba algo que forma parte del mismísimo ADN del capitalismo: la idea de que el mundo no tiene límites. Lo que decía implicaba que no hay tal cosa como consecuencias o déficits en el mundo real. Porque siempre habrá otra frontera, otra Alaska, otra burbuja. Simplemente sigue adelante y descúbrelo. El mañana nunca llega.
Ésta es la mentira más reconfortante y peligrosa: la mentira de que el crecimiento perpetuo y sinfín es posible en nuestro planeta finito. Y tenemos que recordar que este mensaje fue increíblemente popular en esas primeras dos semanas, antes de que Lehman colapsara. A pesar del historial de Bush, Palin y McCain tomaban la delantera. Y si no hubiera sido por la crisis financiera y por el hecho de que Obama comenzó a hacer conexión con los votantes de la clase trabajadora al poner en el banquillo de los acusados la desregulación y la economía de goteo (de arriba hacia abajo), quizá habrían ganado.
El presidente nos dice que quiere mirar hacia delante, no hacia atrás. Pero para poder confrontar la mentira del crecimiento perpetuo y la abundancia sin límite que está en el centro de las crisis del medio ambiente y financiera, tenemos que mirar hacia atrás. Y tenemos que mirar muy atrás, no sólo a los pasados ocho años de Bush y Cheney, sino a la fundación misma de este país, a la idea del estado de colonos.
El capitalismo moderno nació con el llamado descubrimiento de las Américas. El pillaje de los increíbles recursos naturales de las Américas generó el exceso de capital que hizo posible la revolución industrial. Los primeros exploradores hablaron de esta tierra como la Nueva Jerusalén, una tierra con una abundancia sin fondo, ahí para ser tomada, tan vasta que el pillaje nunca tendría que terminar. Esta mitología está en nuestras historias bíblicas –de inundaciones y comienzos nuevos, de éxtasis y rescates– y está en el centro del sueño americano de la constante reinvención. Este mito nos dice que no tenemos por qué vivir con nuestros pasados, con las consecuencias de nuestras acciones. Siempre podemos escapar, comenzar de nuevo.
Imagen de archivo de la ex candidata a la vicepresidencia de EUFoto Ap
Claro, estas historias siempre fueron peligrosas para la gente que ya vivía en las tierras descubiertas, para la gente que la trabajaba como mano de obra forzada. Pero ahora el planeta nos dice que ya no podemos darnos el lujo de estas historias de eternos nuevos comienzos. Por eso es tan significativo que justo en el momento en el cual cobró vida cierto instinto de supervivencia humana y finalmente parecía que aceptábamos que la Tierra tiene límites naturales, llegó Palin, la nueva y reluciente encarnación de la mujer colonialista del territorio salvaje: vengan a Alaska. Siempre hay más. No piensen, nomás tomen.
Esto no se trata sobre Sarah Palin. Es sobre el significado de este mito del constante descubrimiento, y lo que nos dice sobre el sistema económico en el que gastan billones de dólares para salvar. Lo que nos dice es que el capitalismo, si se le deja, nos empujará más lejos del punto del cual el clima se pueda recuperar. Y, a toda costa, el capitalismo evitará una seria rendición de cuentas, ya sea de sus deudas financieras o sus deudas relacionadas con el medio ambiente. Porque siempre hay más. Un nuevo y rápido arreglo. Una nueva frontera.
Ese mensaje se lo compraban, como siempre ocurre. Fue sólo cuando la bolsa de valores se derrumbó que la gente dijo: Quizá Sarah Palin no sea una buena idea esta vez. Vayámonos con el tipo inteligente para surcar la crisis.
Casi siento que nos dieron una última oportunidad, una especie de aplazamiento. Trato de no ser apocalíptica, pero los textos científicos sobre el calentamiento global que leo, asustan. Esta crisis económica, tan terrible como es, nos jaló del precipicio ecológico del cual estábamos a punto de salir volando con Sarah Palin y nos dio un poquito de tiempo y espacio para cambiar el curso que llevábamos. Y creo que es significativo que cuando pegó la crisis hubo casi una sensación de alivio, como si la gente supiera que estaba viviendo más allá de sus posibilidades económicas y los hubieran cachado. De pronto teníamos permiso para hacer cosas juntos más allá de ir de compras, y eso resonó profundamente.
Pero no estamos libres del mito. La intencionada ceguera que Sarah Palin representa tan bien, está incrustada en la manera en que Washington responde a la crisis financiera. Hay una total negación a ver qué tan mal está la cosa. Washington prefiere aventar billones de dólares en un hoyo negro en vez de averiguar qué tan profundo está. Así de intencionado es el deseo de no saber.
Y vemos muchas otras señales de que la vieja lógica vuelve. Los salarios de Wall Street regresaron casi a los niveles de 2007. Hay cierta electricidad en las afirmaciones de que la bolsa de valores repunta. ¿Podemos dejar de sentirnos culpables?, prácticamente puedes escuchar que preguntan los comentaristas en televisión por cable. ¿Ya regresó la burbuja?
Y quizá tengan razón. Esta crisis no va a matar al capitalismo o siquiera cambiarlo sustancialmente. Sin una enorme presión popular en favor de la reforma estructural, se comprobará que la crisis sólo fue un muy doloroso ajuste. El resultado será una desigualdad aún mayor que la anterior a la crisis. Porque está muy, muy difícil que todas las millones de personas que perdieron su empleo y su hogar los vayan a recuperar. Y la capacidad manufacturera es muy difícil de reconstruir una vez que ha sido subastada.
Es apropiado llamar a esto un rescate. Los mercados financieros son rescatados para evitar que el barco del capitalismo financiero se hunda, pero no están sacando agua. Sino gente. Son personas las que avientan por la borda en nombre de la estabilización. El resultado será un navío más angosto y más mezquino. Mucho más mezquino. Porque una profunda desigualdad –los super ricos viviendo al lado de los económicamente desesperados– requiere de un endurecimiento de los corazones. Necesitamos creer que somos superiores a aquellos que son excluidos para tolerar la situación. Así que este es el sistema que están salvando: el mismo, sólo que más mezquino.
Y la pregunta que enfrentamos es: ¿nuestro trabajo debería ser rescatar este barco, el mayor barco pirata que jamás existió, o hundirlo y remplazarlo con una barca más sólida, una con espacio para todos? Una que no necesite de estas purgas rituales, durante las cuales aventamos por la borda a nuestros amigos y vecinos para salvar a las personas que viajan en primera clase. Una que comprenda que la Tierra no tiene la capacidad como para que todos vivamos mejor y mejor. Pero sí tiene la capacidad, como recientemente dijo el presidente boliviano Evo Morales, en Naciones Unidas, para que todos vivamos bien.
Porque, no se equivoquen: el capitalismo estará de regreso. Y el mismo mensaje regresará, aunque quizá haya alguien nuevo vendiéndolo: no necesitas cambiar. Sigue consumiendo todo lo que quieras. Hay bastante más. Taladra, nena, taladra. Quizá haya alguna solución tecnológica que haga que desaparezcan todos nuestros problemas.
Y por eso, ahora debemos ser absolutamente claros. El capitalismo puede sobrevivir esta crisis. Pero el mundo no puede sobrevivir otra vuelta del capitalismo.
Copyright 2009 Naomi Klein.
El texto es una adaptación de un discurso pronunciado el 2 de mayo de 2009, en la conferencia del centenario de la revista The Progressive y publicado en la edición de agosto de 2009.
Traducción: Tania Molina Ramírez.
http://naomiklein.org
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Hoy en día, en los discursos normalmente hablo sobre el rescate (bancario). Todos necesitamos entenderlo porque se está llevando a cabo un robo, el mayor atraco en la historia monetaria. Pero hoy quisiera abordarlo de otro modo: ¿qué tal que el rescate sí funcione, qué tal que sí salvan al sector financiero y la economía regresa al curso que llevaba antes de que estallara la crisis? ¿Es eso lo que queremos? ¿Y cómo se vería ese mundo?
La respuesta es que se vería como Sarah Palin. Escuchen mis argumentos, no es un chiste. Creo que no hemos prestado suficiente atención al significado del momento Palin. Piénsenlo: Se subió al escenario mundial como candidata vicepresidencial el 29 de agosto, con mucha fanfarria, en un mitin de campaña de McCain. Exactamente dos semanas después, el 14 de septiembre, Lehman Brothers colapsó, y desencadenó el derrumbe financiero global.
Así que de cierta manera Palin fue la última expresión clara del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de que todo se viniera abajo. Eso es bastante útil porque nos mostró –a su manera, llana, campechana– la trayectoria por la cual iba la economía estadunidense antes del actual colapso. Al ofrecernos este vistazo al futuro que apenas evitamos, Palin nos da la oportunidad de plantear una pregunta esencial: ¿Queremos ir ahí? ¿Queremos salvar ese sistema pre crisis, regresarlo a donde estaba el pasado septiembre? ¿O queremos utilizar esta crisis y el mandato electoral de hacer un cambio en serio que se obtuvo en la pasada elección, para transformar radicalmente ese sistema? Ya debemos tener clara nuestra respuesta porque no hemos tenido la potente combinación de una crisis seria y un claro mandato democrático progresista por un cambio desde los años 30. Usamos esta oportunidad o la perdemos.
Así que, ¿qué nos estaba diciendo Sarah Palin acerca del capitalismo-de-más-de-lo-mismo antes de que el colapso la interrumpiera de modo tan grosero? Primero recordemos que antes de que llegara, el público estadunidense, al fin, estaba comenzando a aceptar la urgencia de la crisis climática, el hecho de que nuestra actividad económica está en guerra contra el planeta, que hace falta de inmediato un cambio radical. De verdad estábamos teniendo esa conversación: los osos polares estaban en la cubierta de la revista Newsweek. Y luego, hizo su aparición Sarah Palin. La esencia de su mensaje fue: esos ecologistas, esos liberales, esos hacedores-de-bien están equivocados. No tienes que cambiar nada. No tienes que repensar nada. Sigue conduciendo tu coche que se chupa la gasolina, sigue yendo a Wal-Mart y compra todo lo que quieras. La razón de esto es un lugar mágico llamado Alaska. Simplemente vengan y llévense todo lo que quieran. Estadunidenses, dijo durante la Convención Nacional Republicana, “necesitamos producir más de nuestro propio petróleo y gasolina. Se los dice una chica que conoce el North Slope of Alaska: tenemos un montón de ambos”.
Y la gente en la convención respondió, coree y coree: Taladra, nena, taladra. Al mirar esa escena en televisión, con esa extraña y espeluznante mezcla de sexo, petróleo y patrioterismo, recuerdo haber pensado: Guau, la convención se transformó en un mitin en favor de chingarse al planeta Tierra. Literalmente.
Pero lo que Palin decía implicaba algo que forma parte del mismísimo ADN del capitalismo: la idea de que el mundo no tiene límites. Lo que decía implicaba que no hay tal cosa como consecuencias o déficits en el mundo real. Porque siempre habrá otra frontera, otra Alaska, otra burbuja. Simplemente sigue adelante y descúbrelo. El mañana nunca llega.
Ésta es la mentira más reconfortante y peligrosa: la mentira de que el crecimiento perpetuo y sinfín es posible en nuestro planeta finito. Y tenemos que recordar que este mensaje fue increíblemente popular en esas primeras dos semanas, antes de que Lehman colapsara. A pesar del historial de Bush, Palin y McCain tomaban la delantera. Y si no hubiera sido por la crisis financiera y por el hecho de que Obama comenzó a hacer conexión con los votantes de la clase trabajadora al poner en el banquillo de los acusados la desregulación y la economía de goteo (de arriba hacia abajo), quizá habrían ganado.
El presidente nos dice que quiere mirar hacia delante, no hacia atrás. Pero para poder confrontar la mentira del crecimiento perpetuo y la abundancia sin límite que está en el centro de las crisis del medio ambiente y financiera, tenemos que mirar hacia atrás. Y tenemos que mirar muy atrás, no sólo a los pasados ocho años de Bush y Cheney, sino a la fundación misma de este país, a la idea del estado de colonos.
El capitalismo moderno nació con el llamado descubrimiento de las Américas. El pillaje de los increíbles recursos naturales de las Américas generó el exceso de capital que hizo posible la revolución industrial. Los primeros exploradores hablaron de esta tierra como la Nueva Jerusalén, una tierra con una abundancia sin fondo, ahí para ser tomada, tan vasta que el pillaje nunca tendría que terminar. Esta mitología está en nuestras historias bíblicas –de inundaciones y comienzos nuevos, de éxtasis y rescates– y está en el centro del sueño americano de la constante reinvención. Este mito nos dice que no tenemos por qué vivir con nuestros pasados, con las consecuencias de nuestras acciones. Siempre podemos escapar, comenzar de nuevo.
Imagen de archivo de la ex candidata a la vicepresidencia de EUFoto Ap
Claro, estas historias siempre fueron peligrosas para la gente que ya vivía en las tierras descubiertas, para la gente que la trabajaba como mano de obra forzada. Pero ahora el planeta nos dice que ya no podemos darnos el lujo de estas historias de eternos nuevos comienzos. Por eso es tan significativo que justo en el momento en el cual cobró vida cierto instinto de supervivencia humana y finalmente parecía que aceptábamos que la Tierra tiene límites naturales, llegó Palin, la nueva y reluciente encarnación de la mujer colonialista del territorio salvaje: vengan a Alaska. Siempre hay más. No piensen, nomás tomen.
Esto no se trata sobre Sarah Palin. Es sobre el significado de este mito del constante descubrimiento, y lo que nos dice sobre el sistema económico en el que gastan billones de dólares para salvar. Lo que nos dice es que el capitalismo, si se le deja, nos empujará más lejos del punto del cual el clima se pueda recuperar. Y, a toda costa, el capitalismo evitará una seria rendición de cuentas, ya sea de sus deudas financieras o sus deudas relacionadas con el medio ambiente. Porque siempre hay más. Un nuevo y rápido arreglo. Una nueva frontera.
Ese mensaje se lo compraban, como siempre ocurre. Fue sólo cuando la bolsa de valores se derrumbó que la gente dijo: Quizá Sarah Palin no sea una buena idea esta vez. Vayámonos con el tipo inteligente para surcar la crisis.
Casi siento que nos dieron una última oportunidad, una especie de aplazamiento. Trato de no ser apocalíptica, pero los textos científicos sobre el calentamiento global que leo, asustan. Esta crisis económica, tan terrible como es, nos jaló del precipicio ecológico del cual estábamos a punto de salir volando con Sarah Palin y nos dio un poquito de tiempo y espacio para cambiar el curso que llevábamos. Y creo que es significativo que cuando pegó la crisis hubo casi una sensación de alivio, como si la gente supiera que estaba viviendo más allá de sus posibilidades económicas y los hubieran cachado. De pronto teníamos permiso para hacer cosas juntos más allá de ir de compras, y eso resonó profundamente.
Pero no estamos libres del mito. La intencionada ceguera que Sarah Palin representa tan bien, está incrustada en la manera en que Washington responde a la crisis financiera. Hay una total negación a ver qué tan mal está la cosa. Washington prefiere aventar billones de dólares en un hoyo negro en vez de averiguar qué tan profundo está. Así de intencionado es el deseo de no saber.
Y vemos muchas otras señales de que la vieja lógica vuelve. Los salarios de Wall Street regresaron casi a los niveles de 2007. Hay cierta electricidad en las afirmaciones de que la bolsa de valores repunta. ¿Podemos dejar de sentirnos culpables?, prácticamente puedes escuchar que preguntan los comentaristas en televisión por cable. ¿Ya regresó la burbuja?
Y quizá tengan razón. Esta crisis no va a matar al capitalismo o siquiera cambiarlo sustancialmente. Sin una enorme presión popular en favor de la reforma estructural, se comprobará que la crisis sólo fue un muy doloroso ajuste. El resultado será una desigualdad aún mayor que la anterior a la crisis. Porque está muy, muy difícil que todas las millones de personas que perdieron su empleo y su hogar los vayan a recuperar. Y la capacidad manufacturera es muy difícil de reconstruir una vez que ha sido subastada.
Es apropiado llamar a esto un rescate. Los mercados financieros son rescatados para evitar que el barco del capitalismo financiero se hunda, pero no están sacando agua. Sino gente. Son personas las que avientan por la borda en nombre de la estabilización. El resultado será un navío más angosto y más mezquino. Mucho más mezquino. Porque una profunda desigualdad –los super ricos viviendo al lado de los económicamente desesperados– requiere de un endurecimiento de los corazones. Necesitamos creer que somos superiores a aquellos que son excluidos para tolerar la situación. Así que este es el sistema que están salvando: el mismo, sólo que más mezquino.
Y la pregunta que enfrentamos es: ¿nuestro trabajo debería ser rescatar este barco, el mayor barco pirata que jamás existió, o hundirlo y remplazarlo con una barca más sólida, una con espacio para todos? Una que no necesite de estas purgas rituales, durante las cuales aventamos por la borda a nuestros amigos y vecinos para salvar a las personas que viajan en primera clase. Una que comprenda que la Tierra no tiene la capacidad como para que todos vivamos mejor y mejor. Pero sí tiene la capacidad, como recientemente dijo el presidente boliviano Evo Morales, en Naciones Unidas, para que todos vivamos bien.
Porque, no se equivoquen: el capitalismo estará de regreso. Y el mismo mensaje regresará, aunque quizá haya alguien nuevo vendiéndolo: no necesitas cambiar. Sigue consumiendo todo lo que quieras. Hay bastante más. Taladra, nena, taladra. Quizá haya alguna solución tecnológica que haga que desaparezcan todos nuestros problemas.
Y por eso, ahora debemos ser absolutamente claros. El capitalismo puede sobrevivir esta crisis. Pero el mundo no puede sobrevivir otra vuelta del capitalismo.
Copyright 2009 Naomi Klein.
El texto es una adaptación de un discurso pronunciado el 2 de mayo de 2009, en la conferencia del centenario de la revista The Progressive y publicado en la edición de agosto de 2009.
Traducción: Tania Molina Ramírez.
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