Carlos Fernández-Vega
La morralla millonaria redituó bancos
Escalada de precios y desempleo, herencia del cambio
Las rebanadas del pastel
El barco de aquel autodenominado "capitán" (que nunca llegó siquiera a marino raso) que "llevaría el país a buen puerto" (etcétera, etcétera, según el oportuno dicho de Martita Sahagún) hace agua por todas partes. La que concluye ha sido una semana pletórica de noticias excelentes para la minoría, espeluznantes para la mayoría que no hacen más que confirmar que el presumido como yate de lujo no fue más que una enclenque chalupa que terminó por irse a pique.
Entre las nuevas semanales, que para la mayoría de este país ya son viejas, aunque recurrentes noticias, se cuentan la escalada de precios en contra de los sectores más desprotegidos y el incremento sostenido de la tasa de desempleo abierto, factores que el deteriorado cuan autodenominado "capitán" no sólo prometió (en campaña, desde luego) combatir sino erradicar. En los hechos, el de por sí raquítico poder adquisitivo del grueso de los mexicanos se deteriora aún más, mientras que la posibilidad de acceder al mercado laboral formal es cada día más escasa y en peores condiciones.
Eso, para muchos de los que votaron por el marinerito de agua seca, porque para aquellos que invirtieron en la empresa "Cambio S.A." las noticias siempre han sido miel sobre hojuelas. Crecientes márgenes de utilidad, concesiones por aquí, permisos por allá, grandes contratos públicos y subsidios por acullá, siempre aderezados con exquisitos "acuerdos" y suculentas "leyes" a la medida para que las alforjas se mantengan rebosantes.
Y como dulce cereza, autorizaciones bancarias para los amigos del "cambio". Desde Banco Azteca, para Ricardo Salinas Pliego, en octubre de 2002, hasta la más reciente que no necesariamente la última para un misterioso "Banco Comercial del Noreste" que ni los más duchos en estos menesteres saben a quién pertenece y que la Secretaría de Hacienda se niega a hacer transparente. Es la "banca chatarra" el futuro de la nación, según la inagotable creatividad del "cambio", en un país donde la banca "normal" es igual de chatarra que la creada por el gobierno que, felizmente, se va.
Por una mera coincidencia, el grueso de los banqueros "chatarra" autorizados por Hacienda ha sido en extremo generoso con una fallida organización política disfrazada de fundación filantrópica, es decir, Vamos México y su creadora Martita Sahagún. El llamado "redondeo" en los supermercados (la "morralla millonaria" aportada por los consumidores) recibió un banco chatarra de premio.
Tal es el caso del empresario sinaloense Enrique Coppel Luken, dueño del grupo de supermercados que lleva su primer apellido, quien a cambio del "redondeo" para Marta y la descarada intervención en proceso electoral a favor del Felipillo obtuvo su banco chatarra, Bancoppel.
En la misma línea, y por los mismos motivos, la explotadora del trabajo infantil, la trasnacional Wal-Mart ya tiene su nuevo filón (Banco Wal-Mart de México Adelante), al igual que el Grupo Chedraui (Banco Fácil) y su cadena de supermercados originaria de Veracruz. Tampoco podían dejar fuera a los siempre píos Legionarios de Cristo, activísimos a favor de Martita, y semanas atrás le palomearon su Banco Compartamos (Marcial ya abrió su cuenta), casi al mismo tiempo que el Banco Multiva para Olegario Vázquez Raña, el Rey Midas sexenal, el Banco Ahorro Famsa, consorcio con sede en Monterrey, propiedad de Humberto Garza González, más Banco Autofin para Juan Antonio Hernández Venegas, dueño del Grupo Autofin y generoso contribuyente a la causa del Partido Acción Nacional. Por si fuera poco, Prudencial también tiene su banco "chatarra", una trasnacional financiera que en México representa Manuel Somoza Alonso, presidente de la Bolsa Mexicana de Valores en el crack bursátil de 1987.
Qué delicia, pero en la tienda de enfrente, la de las víctimas del "cambio", la semana también fue generosa: aumentos en los precios de tortilla (23 por ciento), leche popular (28.57 por ciento), gasolina (más de 3 por ciento, además del avance mensual), diesel (cerca de 3 por ciento), gas, tarifas eléctricas (se incrementan mensualmente) y los que se acumulen, en vísperas de que la siempre visionaria Comisión Nacional de los Salarios Mínimos fije el "aumento" a los salarios mínimos, los cuales, dicho sea de paso, se han incrementado, en promedio, 25 por ciento (contra 30 por ciento de inflación) a lo largo del sexenio, o lo que es lo mismo nueve pesos con 48 centavos.
Y como otra dulce cereza, el más reciente reporte trimestral (julio-septiembre de 2006) sobre desempleo abierto (cifras oficiales) en el país: 4 por ciento de la población económicamente activa alrededor de un millón 800 mil mexicanos se encuentra en esa lacerante circunstancia. Además, 3.5 millones son subempleados, 3 millones emigraron del país y alrededor de 12 millones sobrevive en el sector informal de la economía. Así pinta la vida para el 45 por ciento de la PEA, entre desempleo, subocupación, informalidad y exilio económico. Un claro ejemplo del México con "paz social y tranquilidad" descrito por el marinerito de la Sahagún.
Pero no todos pierden, porque para los inversionistas del "cambio" el sexenio pinta de otro color: 500 por ciento de aumento en las utilidades netas de la banca, 350 por ciento de incremento promedio en las ganancias bursátiles, 20 mil millones de dólares sumados a la fortuna personal de Carlos Slim, monopolios por aquí, concentraciones por allá, bancos a discreción y lo que se ofrezca. Y en la fiesta, un nuevo gerente que les garantiza más, mucho más, de lo mismo, o lo que es lo mismo la "continuidad".
Cada día que pasa es más común la presencia militar en las instalaciones civiles... No le vayan a agarrar el gusto, porque el caldero está lo suficientemente caliente como para tomar decisiones "no tradicionales".
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