Álvaro Cepeda Neri
I.— El sucesor de Vicente Fox y el foxismo, con sus diferencias de estilo para más (y peor) de lo mismo: capitalismo salvaje con antifaz de neoliberalismo económico, ya contrataron al clon de Francisco Gil Díaz y heredero de los “Chicago-boys”, mucho más proestadounidense y enviado a una terapia intensiva fondomonetarista (en calidad de alumno con el cargo de subdirector gerente del Fondo Monetario Internacional): Agustín Cartens, para que no olvide que Carlos Slim y los 100 empresarios con las 300 familias es lo que importa macroeconómicamente. El resto de los mexicanos, los pobres (de los que Calderón apenas reconoce 20 millones) y sus agregados: desempleo, inflación, consumidores... etc., sobran en la microeconomía.
II.— Sobre las ruinas de la alternancia foxista, Calderón y los calderonistas, con genes priístas, elbaestheristas y pseudocologistas (por el embarazo de las urnas y su difícil parto con fórceps) buscan cómo transitar sobre el camino minado por sus cuestionadas ilegalidades e ilegitimidades para iniciar, y no podría ser de otra manera, con el pie derecho un sexenio sitiado por la crisis política poselectoral. Los dudosos 236 mil votos no hacen la diferencia del 50 más uno exigido por la democracia indirecta y, en cambio, activan los principios republicanos de la democracia directa del artículo 39 constitucional: “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”.
III.— Y los otros problemas-bombas de tiempo que ni Cartens podrá desactivar: la pavorosa pobreza, el dramático desempleo y el déficit de crecimiento económico, mientras aumenta el despojo de las multimillonarias ganancias de la banca extranjera (Cartens fue el operador de la venta de Banamex, cuyo botín se embolsó Roberto Hernández, libre del pago de impuestos), mientras no menos de 80 millones de mexicanos sobreviven, defendiendo sus vidas, su libertad individual, colectiva y deteriorado patrimonio -incluso su miseria-, de las amenazas casi siempre cumplidas generadas por las delincuencias, la corrupción policial y judicial con los sicarios que marcan su territorio con toda clase de homicidios.
IV.— Calde-rón, que ha pintado su raya, por diferencias personales, con Fox (Mart(h)a) y el foxismo, no ha titubeado en apuntalar la continuidad del programa macroeconómico, importado de la Escuela de Chicago, si bien desde el delamadridismo, prácticamente con todas sus consecuencias con el salinismo y que el zedillismo, como el calderonismo, no obstante su ruptura con Salinas, ratifica esas políticas públicas y que el foxismo ha mantenido agudizando los problemas sociales con un triple agregado, como detonador: la crisis poselectoral, más impunidad y mucho mayor corrupción en las cúpulas de los poderes del Estado y sobre todo en los órganos judiciales y ejecutivos de las entidades y federales.
V.— Y Calde-rón aceptó la recomendación de Gil Díaz quien, con sus antecesores: Aspe, Serra Puche y Ortiz Martínez (y la mano negra de José Ángel Gurría: el profeta de al menos 24 años de neoliberalismo, y vamos por 30), han sido los “Chicago-boys” que han ido más allá del Consenso de Washington, para ponerse al servicio del expansionismo comercial del capitalismo salvaje y cuya punta de lanza es la voracidad estadounidense con la piel de oveja de la globalización que implica libre mercado y libre comercio para las importaciones... hasta de espinacas contaminadas.
VI.— Así se gestó el parto de Agustín Cartens, con sus títulos de licenciatura (ITAM), maestría y doctorado en la Universidad de Chicago para darse de alta como otro “Chicago-boy”. Casado con la estadounidense Catherine Mayo (quien desprecia a México). La voluminosa figura de Cartens (en su presentación por Calde-rón parecían “el gordo y el flaco”) se debe a sus más de 160 kilos. Gil Díaz lo mandó a un curso intensivo al FMI, para actualizar su formación al servicio del neoliberalismo (René Villarreal, manteniendo su actualidad, analizó la cruzada de los “Chicago-boys” en el libro: La Contrarrevolución monetarista. Teoría, política económica e ideología del neoliberalismo. Ediciones Océano).
VII.— Cartens, no obstante su cara de niño, esconde tras su aparente ingenuidad los dientes afilados para más neoliberalismo fiscal, con los que emprenderá una feroz persecución de los causantes cautivos, perseguirá lo que ha sido una salida emergente al desempleo y al consumo: la economía callejera legal e ilegal para obtener recursos; convencerá a Calde-rón de aplicar el IVA a los alimentos y medicinas; mantendrá los fideicomisos de la secretaría de Hacienda y Crédito Público, para drenar recursos (como Gil Díaz hizo con Fox) a una partida ultrasecreta de la que Calde-rón dispondrá a su antojo. Protegerá a la banca, ya casi totalmente extranjera y la nativa desnacionalizada que resta, para que siga enriqueciéndose como hasta hoy con ganancias escandalosas despojando a quienes solicitan sus servicios.
VIII.— Aunque parezca ballena, Cartens es un tiburón. Fue llevado al FMI y traído al manejo hacendario (el auténtico poder político-económico-financiero, desde donde la presidencia es controlada como dejó implantado el férreo caciquismo de Gil Díaz), para afianzar el modelo de alto crecimiento macroeconómico (con Slim a la cabeza, quien brincó del lópezobradorismo al calderonismo, como astuto hombre de presa que no deja ir a su presa). Por su edad, Cartens (1958-2006) es un “Chicago-boy”, apenas nieto de Milton Friedman; y convencido de que, como desde el salinismo, los pobres sobran en las políticas públicas del capitalismo salvaje y son usados para amenazar a los que tienen empleo, mientras el empobrecimiento masivo alimenta a las delincuencias que proporcionan lo que necesita un gobierno derechista, proestadounidense, antirrepublicano y aliado de las oligarquías con su plutocracia: la inseguridad por todo el país para mantener entretenidos a los mexicanos en defenderse y salvar sus vidas, en lugar de estar en las calles ejerciendo sus derechos de petición, de reunión, de protesta y de que “todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste”.
IX.— Cartens ha llegado con un discurso a “favor” de los pobres y de preparar un programa económico-fiscal para, al menos, atender a los 20 millones de pobres que reconoció Calde-rón. Es una respuesta para tratar de calmar la crítica y al movimiento republicano de centro-izquierda y democrático del lópezobradorismo, que insiste en ser una piedra en el zapato de Calde-rón y constantes movilizaciones populares, como oposición constitucional.
X.— Si se tratara del deporte-lucha japonesa, entonces un peso súperpesado como Cartens sería el triunfador de antemano y Calde-rón mandándolo por delante, tendría el camino despejado. Pero, la lucha es social, política y de economía de gasto social, y en eso la pobreza, encolerizada (que hasta la fecha no lo ha estado), es una fuerza endemoniada. Cartens es, a lo sumo, un símbolo de la gordura derechista. Y la nación, en las tres cuartas partes de su población: 75 millones de mexicanos acumulados los problemas con el mal gobierno foxista, padece desempleo, hambre, enfermedades y es víctima de las delincuencias, de la corrupción e impunidad de sus gobernantes.
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